Frida Kahlo: biografía, obras y exposiciones

Mucho después de su muerte, Frida Kahlo ha acabado por trascender su propia realidad. De pintora revolucionaria, creadora de mundos íntimos y mujer torturada y agraviada, pero también abierta al amor, su imagen pública se ha convertido desde entonces en la de un auténtico icono, quizá hasta el punto de volcarse en una peligrosa banalidad. Pero los millones de imágenes de la artista que se han convertido en merchandising no restan en absoluto el enorme poder de su obra.

Arte con alas para volar

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Pintura de Frida Kahlo «Retrato de la familia de Frida». Foto: Juan Guzmán,1950-51 de www.historia.nationalgeographic.com.es

Mucho después de su muerte, Frida Kahlo ha terminado por trascender su propia realidad. De pintora revolucionaria, creadora de mundos íntimos y mujer torturada y agraviada, pero también abierta al amor, su imagen pública se ha convertido desde entonces en la de un auténtico icono, quizá hasta el punto de volcarse en una peligrosa banalidad. Pero los millones de imágenes de la artista que se han convertido en merchandising no desvirtúan en absoluto el enorme poder de su obra. El potencial y el talento de Kahlo florecieron a través de la enfermedad, el sufrimiento y la postración. En sus propias palabras, «todo puede ser bello, incluso el peor horror». También fue capaz de convertirse en obras de arte con entidad propia, siguiendo la estela de otros artistas como Salvador Dalí.

Enraizada en su propia cultura y amante de la belleza (propia y ajena, interior y exterior), la imagen y el personaje de Kahlo gozan de un auténtico estatus de culto en la sociedad mexicana, donde sus retratos ocupan incluso un lugar destacado en los altares dedicados a otros santos. En vida, Kahlo se enfrentó a una realidad terrible y utilizó el arte para mostrar su sufrimiento, superarlo y aprender a vivir con él. Y no tuvo que ir muy lejos para crear su propio imaginario personal, tan admirado por artistas como André Breton, diciendo «Nunca pinto sueños ni pesadillas. Sólo pinto mi propia realidad»

Infancia, aprendizaje y tragedia. Los primeros años.

Magdalena del Carmen Frida Kahlo nació en la famosa Casa Azul de Coyoacán, Ciudad de México, en 1907. Su padre, Guilermo Kahlo, había emigrado a México desde Alemania en 1890, a la edad de 19 años. Frida fue la tercera de los cuatro hijos de Matilde Calderón, la segunda esposa de Guilermo; la primera, con la que había tenido otras dos hijas, murió en 1884. En su primera infancia, la artista en ciernes vivió una vida de lujo, fruto de la profesión de su padre como joyero de la alta sociedad mexicana y de su trabajo como fotógrafo, al que se dedicó tras su segundo matrimonio. Sin embargo, tras el fin del gobierno de Porfirio Díaz (conocido como «El Porfiriato»), la familia comenzó a tener graves problemas de dinero.

Casa Azul Frida Kahlo

La Casa Azul, actual Museo Frida Kahlo

En 1913 y a la edad de seis años, Frida fue diagnosticada de poliomielitis y postrada en cama durante 13 meses, su primer contacto con la enfermedad que se convertiría en una sombra permanente a lo largo de su vida. Aunque logró recuperarse y a pesar de que su pierna derecha quedó gravemente deformada, desde pequeña ya daba muestras de su capacidad para superar la adversidad y comenzó a ayudar a su padre en su trabajo, participando en tareas como el revelado, el retoque o la toma de fotografías. Esta colaboración fue su primer, y fundamental, contacto con el arte.

En 1922, Kahlo ingresa en la Escuela Nacional Preparatoria donde entra en contacto con las ideas más progresistas de su tiempo. La inteligencia y el talento son su mejor defensa contra las burlas ocasionadas por su cojera, pero su contundente personalidad se impone y entra a formar parte del grupo ‘Los cachuchas’, donde conoce a su primer novio, Alejandro Gómez Arias. En 1925, el autobús en el que ambos viajaban choca con un tranvía. El accidente le provoca a Frida múltiples fracturas en todo el cuerpo y agrava enormemente la poliomielitis que padece en su pierna derecha.

La pintura como salvación y medio de expresión

Paisaje Urbano Arquine

«Paisaje Urbano», hacia 1925. Extraído de arquine.com

Aislada, su padre le regala una caja de pinturas y pinceles. Es el comienzo de su desenfrenada pasión por el arte que la acompañaría a lo largo de innumerables periodos de postración y le serviría de alivio psicológico ante el constante dolor que nunca la abandonaría mientras viviera. Como la propia Frida describió, comenzó a pintar en la cama «con un corsé de yeso que iba desde la clavícula hasta la pelvis», con la ayuda de «un artilugio muy gracioso»: un artilugio angular ideado por su madre para sostener una tabla rígida y papel.

En una de sus primeras obras, «Paisaje urbano» (hacia 1925), ya se vislumbraban algunas de las que serían constantes en su trayectoria pictórica. La pintura no era un fin en sí mismo, sino un medio para explorar la realidad y retratar una serie de sensaciones. El paisaje, anodino y austero, no es lo más importante. Según la escritora y biógrafa Araceli Rico, la obra muestra un espacio «estrecho, reducido a dimensiones inconcebibles , un pequeño teatro que escenifica su propia vida».

Explorando su identidad. Autorretratos

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«Autorretrato» (1930). From westwing.es

La postración forzada de Kahlo la llevó a examinar su propia persona, su cuerpo y su identidad. Un panel de espejo sobre la cama le permitió embarcarse en la famosa serie de autorretratos que pintó a lo largo de su vida. Al principio, eran retratos austeros de una mujer con ojos penetrantes, pero con el tiempo también llegarían a reflejar la emoción cruda, el sufrimiento, la pasión y el deseo. Y aunque estas obras la convertirían en un «objeto de deseo» para el movimiento surrealista liderado por André Breton, nunca se vio a sí misma como una pintora surrealista: en sus propias palabras, «el surrealismo no se corresponde con mi arte. No pinto sueños ni pesadillas. Pinto mi propia realidad, mi propia vida».

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«Las dos Fridas» (1939). From inbal.gob.mx

A lo largo de su vida, la exploración de la identidad propia fue una constante en la obra de Kahlo. Además de los autorretratos que constituyeron el tema más común de su producción artística, también reflexionó sobre su ascendencia familiar, sus amigos, parejas románticas y parientes cercanos. En todos ellos se mezclaban los colores potentes y primarios tan característicos de la cultura plástica y estética de México, sus emociones expresadas a través de metáforas visuales: collares de espinas, animales, sangre, lágrimas, corsés… Su primer autorretrato se lo dedicó a su entonces novio, Gómez Arias, que se distanció de ella tras el accidente. Aunque Kahlo sufrió profundamente la ruptura (mientras el joven abogado restaba importancia a su relación), mantendría el contacto con él durante el resto de su vida.

Diego Rivera. Amor, asco y desesperación

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«Diego y yo» (1949). De i.pinimig.comm

El accidente que destruyó la estructura del esqueleto de Kahlo nunca fue un obstáculo para sus actividades sociales y culturales. Desde la adolescencia, no fue ajena a los círculos artísticos y políticos de la Ciudad de México. A través de la fotógrafa Tina Modotti, conoció al muralista y pintor Diego Rivera, que se convertiría en el amor de su vida en una relación marcada por la pasión, la desilusión, los celos y las infidelidades. Kahlo le pintó en varias ocasiones y describió sus sentimientos por él en su diario con frases como «Siento que desde nuestros orígenes estamos juntos, que somos de la misma materia, de la misma longitud de onda, que llevamos dentro las mismas sensibilidades» dejando clara la intensidad de su amor que era a la vez poderoso y destructivo.

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«Autorretrato con collar de espinas» (1940). De matadornetwork.com

En 1929 y con 22 años, Frida Kahlo se casó con Diego Rivera, que entonces tenía 43 años. Fue «el matrimonio entre un elefante y una paloma», según sus palabras. Durante los años siguientes, vivieron juntos en La Casa Azul, pasando largas temporadas en Estados Unidos. En esta casa, y posteriormente en la actual Casa Estudio Diego Rivera y Frida Kahlo, la pareja mantiene una intensa vida cultural y social caracterizada por su compromiso político con los ideales de izquierda. De hecho, entre 1937 y 1939, ofrecerán asilo a León Trotski y su esposa, perseguidos por Stalin. La relación de Frida y Diego sufrió innumerables altibajos debido a las infidelidades del muralista, a las que Kahlo decidió responder con las suyas. Se divorciaron en 1939 para volver a casarse en 1940, esta vez con el compromiso de una relación «abierta».

Los últimos años. Una década de actividad, pasión y dolor

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«Hopeless» (1945). From es.blastingnews.com

Los años 40 fueron una década de intensa actividad artística para Kahlo, pero aunque durante mucho tiempo se pensó que había sido eclipsada en vida por la poderosa presencia de Diego Rivera y que no alcanzó en ese momento la fama que tuvo su marido, su obra sí fue reconocida por artistas como Breton, Picasso y Kandinsky, entre otros. En 1938, la Julien Levy Gallery de Nueva York organizó la primera exposición individual de su obra y comenzó a participar en exposiciones colectivas. Su obra se expuso en México, París, Nueva York, Boston y otras ciudades americanas. En 1942 ingresó en el Seminario de Cultura Mexicana como miembro fundador y en 1943 en la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado «La Esmeralda» como profesora. En 1953, un año antes de su muerte, la Galería Lola Álvarez Bravo organizó una exposición individual de su obra en la Ciudad de México que resultaría ser la única realizada en el país durante su vida.

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«Los ojos de Frida» (1948). From bodegonconteclado.wordpress.com

Los problemas físicos y médicos de Kahlo la dejaron incapacitada en la cama durante largos periodos, pero perseveró en su pintura y creó magníficos retratos llenos de simbolismo, profundidad y personalidad. Es el caso de «Los ojos de Frida» (1948), una obra que refleja dos de las constantes de su pintura: el sufrimiento y la pasión por las tradiciones mexicanas. El dolor y la proximidad de la muerte, que Kahlo sentía que se acercaba rápidamente, son temas recurrentes en sus lienzos. En 1950, su salud se deterioró debido a una operación de columna que le causó importantes problemas. En 1954, Kahlo intentó suicidarse dos veces, incapaz de soportar el dolor por más tiempo. Ese mismo año, Kahlo murió a la edad de 47 años y su féretro, cubierto con la bandera comunista, fue colocado en el Palacio de Bellas Artes de la capital, donde los más destacados artistas e intelectuales mexicanos de la época acudieron a presentar sus respetos.

Exposiciones

Frida Kahlo (2010)

En 2010, el Kunstforum de Viena organizó una de las mayores retrospectivas de la obra de Kahlo. En total, la exposición incluía unas 150 obras, entre ellas muchos de sus más famosos autorretratos.

Frida Kahlo. «Pinturas y dibujos de la Colección Mexicana» (2016)

La conexión de Kahlo con la Unión Soviética se remonta a su juventud. Siempre expresó su compromiso con el comunismo, el compromiso social y los miembros más vulnerables de la sociedad. En 2016, la Rusia actual organizó una exposición en su honor en el Museo Fabergé de San Petersburgo: era la primera vez que su obra se mostraba en el país. La exposición incluía unas 34 piezas entre pinturas, dibujos y fotografías.

Frida Kahlo: «Me pinto a mí misma» (2017)

«Me pinto a mí misma porque es lo que mejor conozco». Estas son las palabras con las que Kahlo justificó su obsesión por el autorretrato. La exposición celebrada en el Museo Dolores Olmedo de la Ciudad de México fue una recopilación de 26 obras de la colección del propio museo que regresan a casa aunque por tiempo limitado, ya que salen constantemente en préstamo a exposiciones de todo el mundo.

Frida Kahlo: Las apariencias engañan (2019)

El estilo único e inimitable de Kahlo fue sin duda parte indisoluble de su propia identidad y lo que la convirtió en un icono plástico y estético omnipresente del siglo XXI. La artista se definió en sus cuadros y en su persona a través de la enfermedad, el compromiso político y el parentesco cultural. Esta exposición del Museo de Brooklin fue la mayor en Estados Unidos durante diez años y, además de pinturas, incluyó objetos personales, ropa y posesiones íntimas atesoradas que sólo se descubrieron en 2004.

Libros

«El Diario de Frida Kahlo: un autorretrato íntimo». (La Vaca Independiente)

La vida y la personalidad de Frida Kahlo, así como su obra, no pueden entenderse en toda su magnitud sin la lectura de su diario. Escrito durante los últimos diez años de su vida y encerrado durante casi 50 años, es un crudo testimonio de los sentimientos privados de la pintora. Ilustrado con fantásticas acuarelas y atravesado por su desenfrenada y destructiva pasión por Diego Rivera, el diario cuenta con un prólogo del autor Carlos Fuentes e incluye un ensayo de Sarah M. Lowe. 170 páginas de arte, emoción e intimidad.

«Frida Kahlo: Beneath The Mirror». Gerry Souter (Parkstone Press)

Frida Kahlo se utilizó a sí misma como modelo exclusivo para decenas de autorretratos. Son precisamente estas obras las que esconden y destilan la esencia de su vida, su historia y sus sentimientos. Son, sin duda, el mejor testimonio autobiográfico que tenemos de la artista. La biografía de Gerry Souter utiliza estas obras y otros cuadros para articular su historia. El escritor escribió posteriormente un segundo volumen dedicado al marido de Kahlo, el muralista y pintor Diego Rivera.

«Frida Kahlo: Fantasía de un cuerpo herido». Araceli Rico (Plaza y Valdés)

La autora Araceli Rico fue una de las primeras en reconocer la enorme importancia de la obra de Frida Kahlo en el ámbito del arte mundial. Página a página y palabra a palabra, se revela la tensión interna que siempre vivió Kahlo, así como la simbiosis que experimentó entre arte y vida, cuerpo y pintura. Este es un libro imprescindible para conocer tanto a la persona como a la pintora, ambas atrapadas en un mismo cuerpo, ambas amadas y torturadas.

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