Los científicos creen que pueden salvar al visón europeo matando a sus despiadados rivales
En algún lugar del curso superior del río Aragón, entre las escarpadas cumbres de los Pirineos y una presa hidroeléctrica, el biólogo conservacionista Madis Põdra y sus colegas liberarán la semana que viene 10 ó 12 visones europeos (Mustela lutreola) nacidos en cautividad en la idea que los visones tienen del paraíso: una zona virgen de España con 150 kilómetros de vías fluviales. Põdra espera que se inicie una nueva población y ayude a salvar al visón europeo, una especie en peligro crítico cuya población en España se reduce a 500 ejemplares.
Pero en un giro irónico, la protección de este carnívoro peludo y de color marrón oscuro requiere matar a su principal competidor, el igualmente atractivo visón americano (Neovison vison). Una iniciativa de reintroducción similar, realizada hace una década, fracasó por no haber podido erradicar la población de visones americanos; esta vez, el equipo español apuesta por un elaborado sistema de trampas flotantes para capturarlos.
También en otros lugares de Europa, los visones europeos reintroducidos viven en estos espacios ecológicamente seguros. «El visón europeo va a ser siempre una especie gestionada, ya que por el momento parece imposible deshacerse por completo de los visones americanos», afirma Põdra, que trabaja en la Asociación Europea de Visones de Barcelona (España).
El visón europeo estaba muy extendido hace un siglo, viviendo a lo largo de ríos y arroyos y alimentándose de topillos, anfibios, cangrejos de río y peces. En la actualidad, sólo quedan unos pocos miles en España, Francia y el delta del Danubio. En Rusia, los avistamientos se han vuelto tan raros que la mayoría de los científicos creen que la especie está al borde de la extinción.
La desaparición de los hábitats y la caza explican en parte el declive, pero el visón americano, un primo lejano de aspecto muy similar pero que carece de la emblemática nariz blanca de la especie europea, ha sido, con mucho, el más perjudicado. Importado por primera vez por los peleteros por su piel superior en la década de 1920, los animales escaparon y prosperaron en la naturaleza. Más grandes, más adaptables y más agresivos con otros depredadores, simplemente expulsaron a las especies autóctonas. También trajeron nuevas enfermedades, pero los científicos no se ponen de acuerdo sobre el papel de las infecciones en el declive del visón europeo.
Antes de la primera reintroducción, en el año 2000 en una isla de 989 kilómetros cuadrados frente a Estonia llamada Hiiumaa, los cazadores y un trampero mataron a toda la población de visones americanos de la isla, herencia de una granja peletera desaparecida. Incluso entonces, mantener viva la nueva población fue difícil, recuerda Tiit Maran, director de los Jardines Zoológicos de Tallin, donde se criaban los animales. «Se alejaban demasiado del río», dice Maran. «No sabían dónde vivir». Pero si las hembras cautivas daban a luz en recintos justo al lado del río, descubrió su equipo, las crías aprendían dónde estaba su hogar. Hiiumaa tiene ahora una próspera población de al menos 100 animales. El equipo espera convertir la isla vecina de Saaremaa, casi tres veces más grande, en el próximo refugio de visones.
Otro refugio está en Alemania. Las liberaciones comenzaron en los alrededores de Steinhuder Meer, un gran lago de la Baja Sajonia, en 2010. La población parece estar prosperando, dicen Eva Lüers y Thomas Brandt, dos investigadores de la Estación de Protección Ecológica de Steinhuder Meer, que dirige el programa; en 2015, una cámara trampa consiguió sacar la primera foto de una camada de visones europeos. Los visones americanos viven en Alemania, pero no en los alrededores del lago, y el grupo está vigilando de cerca cualquier signo de invasión.
La Asociación Europea de Visones, que cuenta con el apoyo del programa LIFE de la Comisión Europea y de los gobiernos locales, intentó por primera vez una introducción en un humedal del País Vasco en 2008. Colocaron trampas a lo largo de un río para suprimir el número de visones americanos, pero su población repuntó más tarde, y la mayoría de los 27 visones europeos liberados murieron en 5 meses.
Esta vez cuentan con la «balsa para visones», desarrollada por Jonathan Reynolds del Game & Wildlife Conservation Trust en Fordinbridge, Reino Unido: básicamente una tabla flotante coronada por una caja de madera, que contiene algo de vegetación y una pequeña almohadilla hecha de arena y arcilla. La almohadilla registra las huellas cuando un visón que nada en el río se sube a la balsa; cuando se encuentran huellas, la almohadilla puede sustituirse por una trampa. Las balsas, de las que se han instalado 300, tienen poco interés para los visones europeos, pero son irresistibles para los americanos. «No sabemos por qué les gusta tanto», dice Põdra. «La verdad es que funciona de maravilla».
Además de la docena de animales que se liberarán la semana que viene a lo largo del Aragón, Põdra y sus colegas planean liberar otros siete u ocho animales, también criados en cautividad, a lo largo del río Leizarán, a unos 140 kilómetros al noroeste, para dar un empujón a la pequeña población existente allí.
Travis Livieri, biólogo conservacionista de Prairie Wildlife Research en Wellington, Colorado, alaba el esfuerzo. «Tienen un buen control de la situación en Europa», dice Livieri, que predice que los visones europeos sobrevivirán durante «miles de años».
Pero dice que los equipos también deberían empezar a recoger y congelar el semen de los visones europeos. Livieri participa en la reintroducción del hurón de patas negras en las praderas norteamericanas, que comenzó cuando sólo quedaban 18 ejemplares salvajes. El semen almacenado previamente -junto con la inseminación artificial- ha resultado crucial para restaurar la diversidad genética, afirma Livieri. Aunque la situación del visón europeo no es tan grave y nunca se ha hecho inseminación artificial con esta especie, Põdra está de acuerdo en que es una buena idea.
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