Comentario: ¿Son los biopolímeros mejores para el medio ambiente?

Nota del editor: Los plásticos son indispensables en muchos ámbitos de nuestra vida moderna, pero los interrogantes sobre la sostenibilidad del material rara vez dejan de ser noticia. ¿Son realmente los plásticos biodegradables, compostables y bioplásticos una mejor solución medioambiental? Richard McKinlay, director de economía circular de la empresa de investigación y consultoría sobre recuperación de recursos Axion, con sede en el Reino Unido, ofrece su opinión.

Los materiales plásticos que, al final de su vida útil, pueden descomponerse completamente de forma natural y desaparecer de forma inofensiva pueden sonar como la respuesta ideal. La gente oye términos como «biodegradable, bioplástico» y «compostable», y asume que estos plásticos son más «ecológicos». Sin embargo, la realidad no es tan sencilla.

El principal problema aquí es la falta de comprensión de la naturaleza de los plásticos compostables o biodegradables y de lo que son los bioplásticos, incluyendo sus aplicaciones específicas y el proceso de tratamiento especializado necesario para tratar estos materiales.

Los bioplásticos se fabrican utilizando materias primas renovables en lugar de derivarse directamente del petróleo.

Los bioplásticos pueden utilizarse en la producción de polímeros convencionales que pueden reciclarse, como el PET (tereftalato de polietileno) reciclado, o polímeros biodegradables como el PLA (ácido poliláctico).

Puede parecer obvio que seleccionar un bioplástico es la opción más sostenible. Sin embargo, aunque es evidente el beneficio de no agotar una fuente no renovable, hay que tener en cuenta que muchos productos petroquímicos son un subproducto del proceso de refinado del petróleo. Mientras sigamos viviendo en una economía tan dependiente del petróleo, puede ser mejor aprovechar sus subproductos en lugar de dejar que se desperdicien.

Los bioplásticos no están exentos de impacto ambiental, y hay que tener en cuenta las emisiones de carbono asociadas a los cultivos y a la conversión de éstos en los productos químicos necesarios.

«Compostable» y «biodegradable» son términos más o menos sinónimos y significan que el material se descompondrá por completo en determinadas condiciones. La clave para entender cualquier beneficio potencial es saber si el polímero se descompone fácilmente, por ejemplo, en el compost doméstico, o si tiene que ser tratado en una instalación industrial de compostaje.

Muchos de los plásticos que se describen como biodegradables o compostables tienen que ser recogidos y separados del resto de la chatarra de plástico y ser enviados a una instalación industrial de compostaje diseñada a tal efecto donde puedan descomponerse con éxito. Estas instalaciones existen para los residuos alimentarios, pero garantizar que los envases compostables lleguen a ellas puede ser un reto.

La confusión de los consumidores sobre qué materiales pueden y no pueden ser reciclados es otro gran problema. ¿Esta botella de agua de plástico está hecha de un plástico biodegradable o de un plástico convencional, como el PET? ¿Va al contenedor de reciclaje o a la recogida de residuos alimentarios?

Actualmente, en todo el Reino Unido existe una buena infraestructura de recogida y reciclaje de botellas de PET, a la que puede acceder la mayoría de la gente a través de las recogidas municipales en la acera. La infraestructura para la recogida de residuos de alimentos no está tan bien establecida, especialmente para la recogida sobre la marcha.

Por lo tanto, para que las botellas de agua hechas de plástico biodegradable se reciclen correctamente, sería necesaria una campaña de comunicación pública para que la gente entienda que el plástico biodegradable debe ir con los residuos de alimentos. Además, se necesitarían más instalaciones de recogida de residuos alimentarios en lugares públicos.

Algunos envases, como los fabricados con almidón, se descomponen fácilmente en un entorno menos controlado. Sin embargo, no es posible cambiar completamente a este tipo de materiales porque no son adecuados para todas las aplicaciones. Por ejemplo, los revestimientos de los contenedores de cocina y de reciclaje de alimentos se basan en el almidón y se degradan en un sistema de compostaje doméstico. Sin embargo, este material no sería adecuado para su uso en envases, ya que empezaría a descomponerse rápidamente cuando se mojara.

Es importante que los propietarios de marcas, los productores de alimentos y los fabricantes consideren muy cuidadosamente qué formato de envase utilizan y tomen una decisión informada basada en la realidad de nuestra actual infraestructura de gestión de residuos y el nivel de comprensión del público. Garantizar que los productos están diseñados para el reciclaje es esencial si queremos recuperar más recursos.

También deben comprender qué ocurre realmente con sus materiales al final de su vida útil y cuál podría ser su impacto medioambiental. Lo que se describe como compostable no significa que simplemente se descomponga al lado de la carretera.

La basura marina es una gran preocupación, pero se estima que sólo el 2% de los residuos de plástico en los océanos provienen de toda Europa y Estados Unidos juntos. El uso de botellas de plástico en el Reino Unido es un sistema de envasado perfectamente responsable, ya que el 99% de los hogares pueden depositar sus botellas de plástico en los contenedores de recogida de residuos domésticos.

Hay que prestar atención a los residuos y a la basura que se genera sobre la marcha. Los niveles de plástico marino podrían reducirse mejorando el suministro de residuos para llevar y las campañas de información pública contra la basura. Es necesario mejorar las infraestructuras en los lugares públicos para que la gente pueda reciclar cuando está fuera de casa. Esto está ocurriendo con más puntos de reciclaje en lugares como estaciones de tren, aeropuertos y centros urbanos. Pero la gente tiene que usarlos, entenderlos y saber por qué es importante.

Entonces, ¿son los plásticos biodegradables mejores para el medio ambiente? Es un reto enorme y, como hemos dicho, también es complicado.

En última instancia, tiene que reducirse a la inversión en infraestructuras, la educación pública y los cambios de comportamiento. Los plásticos son una parte inherente de nuestras vidas y no son «del todo malos». Su uso y eliminación responsables y su reciclaje deberían ser una prioridad absoluta.

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