Angel Sanz Briz

Sanz Briz (1910, Zaragoza) fue un joven diplomático durante el régimen de Franco, que desempeñó sus funciones como encargado de negocios de España en Budapest, entre los años 1943 y 1944. Consiguió realizar tantas cosas durante este corto periodo de tiempo, que llegó a ser conocido como un héroe de la humanidad.

Sin una orden de su gobierno, Sanz Briz utilizó todos sus recursos posibles para evitar que miles de personas fueran llevadas a las cámaras de gas de Auschwitz y Birkenau. Cooperó con Raoul Wallenberg, que más tarde fue encarcelado y luego desapareció en 1945 capturado por el ejército soviético; y junto con el nuncio papal Angelo Rota; el cónsul suizo, Carl Lutz y muchos otros diplomáticos que juntos formaron una malla secreta que ayudó a salvar personas.

Entre sus más fieles colaboradores estaba Jorge Perlasca, un amigo italiano que se autoproclamó embajador de España cuando Sanz Briz se vio obligado a terminar su misión a finales de 1944, y que salvó a miles de personas de ser deportadas a los campos de exterminio.

Trabajando sin pausa, gracias a su determinación y valentía, Sanz Briz expidió miles de cartas de protección, que garantizaban la inmunidad a los portadores.

Cuando fue interrogado por las autoridades pro-nazis o por el propio Adolf Eichmann -encargado de la «Solución Final» en Hungría- respondió que se trataba de documentos que debían entregarse sólo a los judíos sefardíes, porque el gobierno de Franco les reconocía el derecho a poseer la nacionalidad española.

Muchos años después, en el libro de Federico Ysart «España y los judíos», Sanz Briz dice: «convertí las doscientas unidades que me habían concedido, en doscientas familias; las doscientas familias se multiplicaron indefinidamente, gracias al sencillo procedimiento de no expedir ningún documento o pasaporte con un número superior a 200».

De los aproximadamente 5.200 judíos salvados por Sanz Briz, sólo una minoría era de origen español.

El 16 de octubre de 1994 se descubrió una placa en su memoria, frente al Parque San Esteban, en una de las casas de Budapest que había sido refugio de cientos de judíos. En España, su rostro y su nombre figuran en un sello conmemorativo, dentro de una serie dedicada a los derechos humanos.

Traducción: María Pensavalle

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