Aftas: «Fuego» en la boca y provoca un intenso dolor

Es una lesión que aparece en el interior de la boca, no dura más de 14 días y desaparece de forma espontánea.

«Me salió un fuego» o «tengo calor al estómago», son expresiones comúnmente utilizadas por las personas cuando tienen un afta. Aunque es una patología común, que ha sufrido por lo menos un 50% de la población, aún no se sabe mucho sobre ella.

El afta es una úlcera oral recurrente, una lesión que aparece en el interior de la boca y provoca un intenso dolor. Su origen aún es desconocido, sin embargo, las últimas investigaciones afirman que podría tratarse de una reacción inmunológica, es decir, que el propio organismo destruye el tejido.

De acuerdo con el odontólogo Eduardo Aguilera, «el afta sería de etiología autoinmune, inmunológicamente mediada, de hecho, se ha visto anti-anticuerpos en las bases superficiales del afta. Eso significa que el organismo está reaccionando frente a sí mismo».

Hay personas que son más susceptibles a producir aftas, y por lo tanto, responden con más facilidad a algunos agentes desencadenantes, como traumatismos (heridas, mordeduras), bacterias, alimentos cálidos (chocolates, nueces, maní, etc.) e incluso al estrés.

Suele confundirse el afta con el herpes, sin embargo, ambas afecciones difieren en su origen y ubicación. El herpes es una lesión de origen viral que suele aparecer entre la mucosa y la piel de los labios, mientras que el afta no es causada por un virus y aparece generalmente en la mucosa oral a nivel de los carrillos (mejilla interna), dorso de la lengua, encías y paladar blando.

Según el odontólogo ‘la úlcera recurrente oral generalmente no surge en el paladar duro o en la cara ventral de la lengua, por lo tanto, cuando se ven lesiones en estas zonas hay que sospechar, porque puede tratarse de otra patología, como un cáncer, eritema multiforme, etc’.

Otra característica que diferencia a las aftas de otras patologías bucales es que su duración es de una o dos semanas y luego desaparecen en forma espontánea.

Aftas pequeñas y grandes

Existen tres clases de lesiones aftosas o úlceras recurrentes orales. La más común es el afta menor, que no supera los seis milímetros de diámetro. Pueden aparecer una o varias en diferentes regiones de la boca simultáneamente.

También están las aftas mayores, que tienen más de seis milímetros de diámetro y generalmente no se dan más de dos al mismo tiempo. Por último, existe la forma herpética de afta, que tiene una forma similar a un herpes, ya que es multiforme, es decir, erupciona en muchos puntitos, varias lesiones pequeñas que surgen en una zona localizada de la mucosa.

Con o sin tratamiento el afta debe desaparecer en forma espontánea en un máximo de 14 días. Por lo tanto, los medicamentos sólo tienen como fin tratar los síntomas, es decir, aliviar el dolor.

A lo largo del tiempo han surgido diversos fármacos para combatir esta afección. Los más antiguos y conocidos son la miel de bórax y el azul de metileno. ¿Quién no anduvo alguna vez con la lengua y los dientes teñidos de un color morado intenso que no salía con nada? De acuerdo a Eduardo Aguilera, «estos productos sólo cubren la zona afectada para aislarla de elementos irritantes, pero su efecto terapéutico es escaso»‘.

Actualmente para calmar el dolor se recetan anestésicos tópicos y se aconseja evitar el consumo de alimentos ácidos que irriten más la zona. También se recomienda usar antisépticos bucales, porque entre más bacterias en la boca tenga una persona con aftas, mayor será la irritación.

En caso de un afta mayor, además se indica la aplicación de corticoides locales, que si bien no mejoran la lesión, acortan su período de expresión. En el caso de las aftas herpéticas, si la zona afectada es muy amplia también se receta corticoides.

Servicio de odontología.

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