Viajes en la nueva China con Alexandre Trudeau

Por Hingman Leung

Un hombre famoso viaja a China durante seis semanas y escribe un libro sobre ella. Quién es Alexandre Trudeau y por qué debemos escuchar lo que tiene que decir?

La mayoría de los asistentes al evento del Festival de Escritores celebrado en el auditorio de la Biblioteca y Archivos de Canadá podían responder fácilmente a la pregunta. Como periodista, director de documentales y, por último, hermano del actual Primer Ministro e hijo del Primer Ministro Pierre Trudeau, Alexandre Trudeau no es un desconocido.

Las suaves pero insistentes preguntas de Adrian Harewood revelaron que estas etiquetas pesaban mucho en Alexandre Trudeau. Era un impulso existencial que impulsaba a Trudeau a tratar de descubrir la verdad dentro de las personas que encontraba en los viajes, pero también dentro de sí mismo. «No puedes conocerte a ti mismo hasta que no te has enfrentado a lo salvaje; y a la falta de comodidad; y a ser arrancado de todo lo que es fácil».

China es un país profundamente complejo que tiene una larga historia pero que está en constante cambio. Y China «siempre preguntará por ti». Para Trudeau, Bárbaro perdido es ante todo una memoria de autodescubrimiento. Aunque los sinófilos no se sentirán defraudados por el tejido del contexto histórico y sociopolítico en el libro -un enfoque que no puede ejecutarse fácilmente en un documental, explica Trudeau-, lo que sí será refrescante es la transformación filosófica de un autodenominado «bárbaro». Y, por supuesto, las historias de chinos, jóvenes y viejos, felices, y que lidian con la libertad de la modernidad.

«No hay viaje real a menos que de alguna manera te transformes».

El hábil manejo por parte de Harewood de una conversación que a menudo divagaba, permitió al público conocer los sentimientos de Trudeau sobre su primer libro y el camino recorrido hasta llegar a este punto. Reconociendo las influencias de su padre y el privilegio de poder explorar lo que él llama la China profunda, Trudeau explica que ha caído bajo el hechizo del Dao, que forma parte de la base filosófica de su transformación.
Quizás la parte de la velada más reveladora de lo que Trudeau ha ganado con este viaje, fue cuando Harwood le preguntó a Trudeau, por qué un libro, cuando antes había «declarado el libro una forma anticuada». Aunque sigue comprometido con el cine, la postura de Trudeau sobre el libro como forma de arte ha cambiado a «nuestras palabras hacen el mundo». Los documentales pueden atraer al público durante una hora, pero las palabras en papel tienen un sentido de permanencia». Admitió que, en su juventud, «juzgaba con demasiada dureza». Esta autoreflexión y la continua evolución de su propia narrativa, a pesar del legado del nombre de su padre, es lo que hace que la voz de Trudeau sea interesante y digna de ser explorada.
Como alguien que ha dedicado su vida a las ideas, el viaje de Trudeau a China le ha dado una nueva perspectiva, para poder mirarse a sí mismo desde fuera. «Realmente estoy tratando de escribir un libro sobre el alma humana… y qué gran viaje ha sido el de China».

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