Lobo gris

La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza cataloga el estado de la población global como de menor preocupación, sin embargo el Servicio de Pesca y Vida Silvestre de los Estados Unidos cataloga seis poblaciones diferentes con estados que van desde En Peligro de Extinción hasta Eliminado de la Lista debido a su recuperación. También figuran en el Apéndice II de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES), que enumera las especies que no están necesariamente en peligro de extinción pero que pueden llegar a estarlo a menos que se controle estrechamente su comercio.

Actualmente existen 39 subespecies descritas de lobo gris, incluidos el dingo y el perro doméstico, aunque existe una gran controversia en torno a algunas clasificaciones. Cada subespecie varía en cuanto a su área de distribución, aspecto y estado de conservación. La información que aparece aquí se refiere a las poblaciones del oeste de Estados Unidos.

Los lobos grises tuvieron en su día una de las mayores áreas de distribución natural de cualquier mamífero terrestre del hemisferio norte. La expansión humana en el oeste de Estados Unidos puso a los lobos y a los humanos en conflicto desde el principio. Los ganaderos creen que los lobos son una amenaza para su medio de vida y una historia de caza y envenenamiento de lobos ha devastado las poblaciones, llevando al lobo al borde de la extinción.

La Ley de Especies en Peligro de Extinción de 1973 ayudó a restablecer las poblaciones de lobos al proporcionar protección legal contra la matanza no regulada de lobos grises por parte de los humanos. La población de lobos se ha estabilizado debido a una combinación de factores que incluyen la protección legal, la migración humana a zonas más urbanas y los cambios en el uso del suelo. En 1995, se reintrodujeron poblaciones de lobo gris en el norte de las Montañas Rocosas y alcanzaron un tamaño poblacional satisfactorio en 2010.

Una de las principales amenazas para los planes de recuperación del lobo es la continua percepción de amenaza para la seguridad humana. Los lobos han sido retratados durante mucho tiempo en el folclore como animales a los que hay que temer y esta percepción sigue siendo un reto en los tiempos modernos. Muchos siguen creyendo que el aumento del tamaño y la distribución de las poblaciones de lobos provocará un incremento de los ataques de estos animales a los seres humanos y al ganado. Incluso en zonas con grandes poblaciones de lobos, los ataques a personas son extremadamente raros. Aunque se han producido ataques en Eurasia, sólo se han registrado cuatro ataques en Norteamérica, ninguno de ellos con resultado de muerte.

La competencia relacionada con el ganado sigue siendo una de las principales preocupaciones, y los grupos conservacionistas han realizado varios esfuerzos para disminuir esta competencia, como la creación de programas para compensar a los ganaderos por la pérdida de ganado a manos de los lobos y la instalación de sistemas disuasorios. Aunque los programas de reintroducción han tenido éxito, el debate sobre la retirada de la lista de ciertas poblaciones de lobos continúa, ya que persisten las amenazas de los gobiernos locales y estatales de restablecer los programas de caza y recompensas.

Aunque las poblaciones de lobos son estables en todo el mundo, con una cifra estimada de 200.000 ejemplares en 57 países, los lobos siguen enfrentándose a muchas amenazas. Los conflictos con las personas por las pérdidas de ganado, la invasión humana del hábitat del lobo y la incomprensión general de la especie siguen siendo graves amenazas para los lobos grises. Los esfuerzos políticos, legislativos y de conservación se siguen oponiendo, ya sea por la seguridad y la protección de la especie o por su eliminación.