La primera vez que me comieron fuera

Algunos recuerdos duran toda la vida.

Meaghan Ward

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Sep 19, 2019 – 3 min read

Foto de Phi Phi en Unsplash

Perdí mi virginidad con él, fue el primer chico que me ató, y fue el primer chico que me la chupó, en lo que pensaba mientras me masturbaba anoche.

¿Qué? Estaba.

A veces los recuerdos son tan intensos y vívidos en tu mente que pueden volver a ti con tanta fuerza que es como si hubiera sucedido ayer, y me estremece sólo escribir sobre ello.

Que te coman por primera vez es un gran problema.

Tenía miedo, como creo que muchas mujeres tienen miedo de que un tío se la meta por primera vez.

Tenía miedo de que pensara que olía mal, tenía miedo de que no le gustara mi coño peludo, y tenía miedo de hacer algo loco y vergonzoso como tirarme un pedo mientras él estaba ahí abajo.

Así que cuando David pasó de besar mis labios a besar una línea que bajaba por mi pecho, hacia mi ombligo y luego lo pasaba, me puse tensa.

«¿Qué estás haciendo?»

«Quiero comerte el coño», dijo David.

«Uhh, vale», dije tras un momento de vacilación, y luego me volví a tumbar e intenté relajarme.

Al principio me sentí como si fuera al ginecólogo porque tenía que repetirme constantemente que me relajara y dejara caer las piernas a los lados para que él pudiera llegar a mí.

Mi corazón latía con fuerza, estaba sudando en el calor veraniego de su dormitorio y no podía creer que alguien estuviera a punto de poner su boca donde yo hacía pis.

Y entonces hizo contacto.

Recuerdo que separó suavemente mis labios con sus dedos y luego lamió un rastro desde mi vagina hasta el clítoris con el más leve toque de la punta de su lengua y fue un zangoloteo que me hizo salir prácticamente volando de la cama.

«Relájate», susurró, su aliento en mi coño haciéndome temblar, y luego se puso a ello.

Fue suave, lento, trazando su lengua alrededor de mi clítoris y entre los pliegues de mis labios, y luego empezó a moverse más rápido, pasando su lengua por mi clítoris y yo empezaba a sentir que iba a correrme, pero él no había terminado.

David introdujo dos dedos en mi chorreante vagina y empezó a bombearlos dentro y fuera mientras me lamía cada vez más fuerte y más rápido, y yo podía evitarlo, por muy tímida que fuera cuando todo esto empezó minutos antes, ahora levantaba mi culo de la cama y empujaba mi coño hacia su cara porque quería más.

Me corrí espectacularmente.

Fue el mejor orgasmo de mi vida hasta el momento, y me recosté jadeando, y hablamos.

«Te ha gustado, ¿eh?» David preguntó.

«Um, sí», me reí.

«Te lo dije, sólo tienes que relajarte.

«Es difícil relajarse cuando tu nariz está tan cerca de mi culo», bromeé.

«Me encanta cómo huele tu coño», dijo David mirándome a los ojos, y le creí.

Creerle lo cambió todo para mí.

Todas las reservas que había tenido con respecto a que los hombres me la chuparan desaparecieron.

Finalmente confié en que un hombre quiere poner su boca en mi coño tanto como yo quiero engullir su pene.

Me encanta todo lo relacionado con el sabor y el olor del sexo (¡siempre que la gente esté limpia!) y por fin pude dejarme llevar y creer que a una persona también le gustaría mi sabor y mi olor.

Esa, amigos míos, fue una lección que no tiene precio.

Después de eso, fue mucho más fácil abrir las piernas y dejarme llevar, y cuando alguien quiere chupármela ahora, no dudo en aceptar la oferta.

Siempre le estaré agradecida a David por abrirme sexualmente de tantas maneras, y espero que tú también hayas tenido o tengas a alguien en tu vida que haya sido tan amable contigo la primera vez.

Porque el cunnilingus mola.

Necesitamos una pegatina para eso.

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