Intoxicaciones por inseticidas organofosforadas y carbamatos en el noroeste del estado de Paraná, Brasil, de 1994 a 2005: aspectos clínicos y epidemiológicos

Papeles originales

Intoxicaciones por inseticidas organofosforadas y carbamatos en el noroeste del estado de Paraná, Brasil, de 1994 a 2005: aspectos clínicos y epidemiológicos

Intoxicaciones por inseticidas organofosforados y carbamatos en el noroeste de Paraná, Brasil, de 1994 a 2005: aspectos clínicos y epidemiológicos

Alexandre FerreiraI, *; Elisangela MarocoII; Mauricio YonamineI; Magda Lúcia Félix de OliveiraII

IDepartamento de Análisis Clínicos y Toxicológicos, Facultad de Ciencias Farmacéuticas, Universidad de São Paulo
IIUniversidade Estadual de Maringá

ABSTRACT

En el presente estudio, se presentan aspectos clínicos y epidemiológicos de 529 casos de intoxicación por plaguicidas organofosforados o carbamatos en el noroeste del estado de Paraná, Brasil, durante un período de doce años (1994-2005). Ciento cinco de los 257 pacientes (40,8%) que intentaron suicidarse fueron ingresados en Unidades de Cuidados Intensivos (UCI), con una estancia hospitalaria media de dos días (rango 1-40 días). El 56,4% de los casos de intentos de suicidio correspondió a hombres y dieciséis individuos fallecieron. Ciento cuarenta pacientes intoxicados por exposición laboral eran todos adultos jóvenes y nueve de ellos fueron ingresados en UCI, con una estancia hospitalaria media de ocho días (rango 1-16 días). De estos casos, dos pacientes fallecieron. Ciento veinticuatro pacientes intoxicados por exposición accidental eran principalmente niños y tuvieron una estancia media en el hospital de cuatro días. Veinte pacientes fueron ingresados en la UCI, y uno de ellos falleció. Las complicaciones generales incluyeron insuficiencia respiratoria, convulsiones y neumonía por aspiración. La ingestión deliberada de organofosforados y carbamatos fue mucho más tóxica que la exposición ocupacional y accidental. Los hombres de entre 15 y 39 años fueron los más propensos a intentar suicidarse con estos agentes y tuvieron una UCI más prolongada con importantes complicaciones y mortalidad.

Uniterms: Plaguicidas organofosforados/toxicidad; Carbamato/toxicidad; Plaguicidas anticolinesterásicos/exposición ocupacional; Acute intoxication

RESUMO

En el presente estudio se presentan aspectos clínicos y epidemiológicos de 529 casos de intoxicación por inseticidas organofosforados y carbamatos ocurridos en la región noroeste del Estado de Paraná, Brasil, en el período de 1994 a 2005. 105 de 257 pacientes (40,8%) que intentaron suicidarse fueron admitidos en la Unidad de Tratamiento Intensivo (UTI), con una estancia hospitalaria de 2 días (de 1 a 40 días). El 56,4% de los casos de tentativa de suicidio correspondieron a pacientes de sexo masculino y 16 personas murieron. Los 140 pacientes intoxicados por exposición laboral eran adultos y 9 fueron ingresados en la UCI, con una estancia media en el hospital de 8 días (de 1 a 16 días). De estos casos, 2 pacientes fallecieron. De los 124 pacientes intoxicados por exposición accidental, la mayoría eran niños y tuvieron una estancia media en el hospital de 4 días. Veinte pacientes fueron ingresados en la UCI y uno murió. Las complicaciones generales incluyeron insuficiencia respiratoria, convulsiones y neumonía. La ingestión deliberada de organofosforados y carbamatos fue mucho más grave que la intoxicación como resultado de una exposición laboral o accidental. Los hombres del grupo de edad de 15 a 39 años fueron los más propensos a intentar suicidarse con estos agentes y tuvieron ingresos más prolongados en la UCI con importantes complicaciones y mortalidad.

Términos: Insecticidas organofosforados/toxicidad. Carbamatos/toxicidad. Pesticidas anticolinesterásicos/exposición laboral. Intoxicação aguda.

INTRODUCCIÓN

Los plaguicidas son una amplia gama de sustancias que se utilizan con mayor frecuencia para el control de plagas agrícolas y en programas de salud pública para controlar la transmisión de enfermedades transmitidas por vectores. En la actualidad, hay cientos de ingredientes activos y miles de formulaciones disponibles en el mercado mundial (Meister, 1999). Cada año se fabrican alrededor de 1,5 millones de toneladas de plaguicidas, lo que supone un negocio de 30.000 millones de dólares (Wood, 2001; Eddleston et al., 2002). Sin embargo, debido a sus estructuras químicas y a la naturaleza de su actividad biológica, los plaguicidas han supuesto riesgos potenciales para los seres humanos en muchas situaciones. Varios informes han demostrado que la intoxicación por plaguicidas ha sido un problema de larga duración en África (Ohayo-Mitoko et al., 2000; Dong, Simon, 2001), Asia (Weissmann-Brenner et al., 2002; Nagami et al., 2005; Van der Hoek, Konradsen, 2006; Sungurlekin et al., 2006), Europa (Kara et al., 2002; Nisse et al., 2002; Davanzo et al., 2004) y América (Lu et al., 2000; Stallones, Beseler, 2002; Bonner et al., 2005; Pires et al., 2005).

Se calcula que cada año se producen entre 1 y 5 millones de casos de intoxicación por plaguicidas, que provocan varios miles de muertes, principalmente entre los trabajadores agrícolas. La mayoría de estas intoxicaciones se producen en los países en desarrollo, donde la falta de higiene, información o control adecuado ha creado condiciones de trabajo inseguras. A pesar de que estos países representan sólo el 25% del consumo mundial de plaguicidas, son responsables de aproximadamente el 99% de las muertes relacionadas (Comunicado de prensa de las Naciones Unidas, 2004).

En Brasil, los datos del Sistema Nacional de Informações Tóxico-Farmacológicas (SINITOX) mostraron que se registraron 12.788 casos de intoxicación por plaguicidas en los veintinueve de los treinta y tres Centros de Control de Intoxicaciones repartidos por el país en 2003. De estos casos, 227 (1,8%) resultaron mortales. Las intoxicaciones accidentales (intoxicaciones individuales, grupales y ambientales) estuvieron implicadas en 4.745 casos (37,1%), los intentos de suicidio en 5.437 (42,5%) y las intoxicaciones laborales correspondieron a 1.866 casos (14,6%) (Sinitox, 2003). En estos datos de casos de intoxicación, se consideraron los plaguicidas de uso agrícola y doméstico y los raticidas. En Brasil, todavía es común el mal uso de insecticidas carbamatos de uso agrícola restringido como rodenticida doméstico (principalmente aldicarb) conocido regionalmente como «chumbinho» (Ragoucy-Sengler et al., 2000; Corrêa et al., 2004).

La mayoría de las muertes por plaguicidas registradas en las encuestas hospitalarias de todo el mundo están relacionadas con el autoenvenenamiento (Eddleston, 2000; Eddleston et al., 2002). La intoxicación accidental puede producirse en el hogar cuando los plaguicidas no están bien almacenados y se confunden con refrescos o productos alimenticios. Los niños suelen ser la mayoría de las víctimas (IPCS, 1993). La intoxicación intencionada también puede producirse por la ingestión deliberada de plaguicidas como medio de suicidio (Hashim et al., 2002). Aunque algunos estudios han informado de que los trabajadores agrícolas tienen un mayor riesgo de suicidio en comparación con otros grupos profesionales (Stallones et al., 1995), esta relación no se observó claramente en un estudio realizado en Brasil (Pires et al., 2005). Otra posibilidad de intoxicación puede deberse a la excesiva exposición laboral a los plaguicidas, que pueden absorberse rápidamente por inhalación o por contacto dérmico. La gravedad de la intoxicación está directamente relacionada con el tipo de plaguicida implicado, la magnitud, la duración y la frecuencia de la exposición. Su intensidad es muy variable en función del tamaño de la zona en la que se trabaja, del modo de aplicación, de las condiciones climáticas, así como de las habilidades del operario y del uso de equipos de protección personal adecuados (Hashim et al., 2002).

Entre los plaguicidas, los organofosforados y los carbamatos, compuestos que se conocen como agentes anticolinesterásicos, representan las principales clases implicadas en casos de intoxicaciones de leves a graves. Los agentes anticolinesterásicos tienen en común el mismo mecanismo de acción, pero proceden de dos clases químicas diferentes: los derivados de los ácidos fosfórico, fosforotioico, fosforoditioico y fosfónico (organofosfatos) y los del ácido carbámico (carbamatos). Estos compuestos inhiben las enzimas de la acetilcolinesterasa, provocando así una elevación de los niveles del neurotransmisor acetilcolina que da lugar a un síndrome colinérgico agudo. Los signos clínicos de la intoxicación incluyen el aumento de las secreciones, la broncoconstricción, la miosis, los calambres gastrointestinales, la diarrea, la bradicardia, la fasciculación muscular, la depresión del sistema nervioso central, las convulsiones, la cianosis y el coma (Ecobichon, 2001). Al igual que los organofosforados, los carbamatos inhiben las enzimas de la colinesterasa y, por tanto, comparten síntomas similares, aunque su envenenamiento suele tener una duración más corta (Fishel, Andre, 2002).

Los efectos agudos aparecen inmediatamente o en las 24 horas siguientes a la exposición. Se diagnostican con mayor precisión que los efectos retardados porque suelen ser más evidentes. Por lo general, son reversibles si se presta rápidamente la atención médica adecuada. Sin embargo, pueden ser mortales si no es así (Fishel, Andre, 2002).

A pesar de que la intoxicación por plaguicidas anticolinesterásicos es un problema importante en Brasil, existe poca información sobre el manejo y los resultados de los pacientes intoxicados en este país. Por lo tanto, en el presente estudio, se presenta el manejo y los resultados de los pacientes sospechosos de intoxicación por organofosforados o carbamatos en algunos municipios del noroeste de Paraná, Brasil, durante un período de doce años (1994-2005). Los pacientes fueron atendidos en el Hospital Universitario Regional de Maringá (HURM), ubicado en Maringá, la tercera ciudad más poblada del estado de Paraná (IBGE, 2005).

MATERIAL Y MÉTODOS

De acuerdo con el último censo nacional realizado en el año 2000 por el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE), institución gubernamental brasileña responsable de los estudios geográficos en el país, el estado de Paraná tenía una población de 9.563.458 habitantes, de los cuales el 81,4% vivía en zonas urbanas y el 18,6% en zonas rurales (IBGE, 2000).

En la actualidad, Paraná desempeña un papel importante en la producción agrícola brasileña. A pesar de ocupar sólo el 2,3% (199.324 km2) del área territorial brasileña, es responsable de cerca del 23,4% de la producción nacional de granos, principalmente de soja. Otros productos son el maíz, la judía, el café, el trigo, la avena, el centeno y la cebada. En su sistema agrícola predominan los pequeños y medianos cultivos, gestionados por grupos familiares. Más del 85% de las propiedades no superan los 0,5 kilómetros cuadrados. Paraná es un gran consumidor de plaguicidas comerciales (el segundo mayor consumidor de Brasil) y, en consecuencia, en esta región se registran con frecuencia casos de intoxicación (Polastro, 2005). Los organofosforados son el segundo grupo de plaguicidas más utilizados en el estado de Paraná en los cultivos de soja. Más de 800 ton. de ingrediente activo (cerca de 1800 ton. de formulaciones) fueron aplicadas en un área cultivada de soja de aproximadamente 20.000 kilómetros cuadrados durante el período de 1998/1999 (IBGE, 1999).

Se evaluaron los informes de envenenamiento e intentos de suicidio con plaguicidas organofosforados y carbamatos utilizando los datos del Centro de Control de Envenenamiento del Hospital Universitario Regional de Maringá (HURM) durante un período de doce años (de enero de 1994 a diciembre de 2005). En este estudio retrospectivo, se presenta el manejo y los resultados de 529 pacientes. Se incluyeron en el estudio niños y adultos de ambos sexos atendidos en el HURM con diagnóstico de intoxicación por anticolinesterasa. Los casos se identificaron accediendo a las historias clínicas de la unidad de todos los pacientes codificados con un diagnóstico de alta de intoxicación por anticolinesterasa en el hospital. El diagnóstico se basó en las mediciones laboratoriales de la actividad de la colinesterasa en sangre, según el método colorimétrico (azul de bromotimol) descrito por Midio y Silva (1995), y la observación de las características clínicas de un síndrome colinérgico. Lamentablemente, por esta vía, no fue posible distinguir con seguridad entre intoxicaciones por carbamatos y organofosforados. En general, la miosis asociada a las fasciculaciones es patognomónica del síndrome, sobre todo en los adultos; la lacrimación, la salivación, la broncorrea y la sudoración excesiva, junto con la bradicardia, proporcionaron pruebas de apoyo a la intoxicación por anticolinesterasa (Kamanyire, Karalliedde, 2004). En algunos casos, el diagnóstico se hizo a partir de los antecedentes tomados del paciente o de sus familiares/compañeros sobre el agente implicado en la exposición. Los datos se recogieron mediante una entrevista a los pacientes o a sus compañeros por parte de un profesional sanitario del hospital e incluyeron la edad, el sexo y las circunstancias de la intoxicación. También se registró la identificación del insecticida implicado en cada caso (cuando fue posible), la hora de ingreso en el hospital, los signos y síntomas de la intoxicación, el manejo y las complicaciones posteriores.

Tras el diagnóstico, se realizó una clasificación de la gravedad de la intoxicación con el objetivo de identificar a los pacientes que debían recibir tratamiento en cuidados intensivos utilizando dosis adecuadas de fármacos anticolinérgicos. La gravedad de la intoxicación se clasificó utilizando el sistema de clasificación revisado para la intoxicación por plaguicidas anticolinesterásicos propuesto por Bardin et al. (1994) (Tabla I). Sin embargo, es importante destacar que puede no ser aplicable a menos de 8 horas después de la intoxicación. El tratamiento se aplicó tan pronto como se hizo el diagnóstico de intoxicación por organofosforados o carbamatos. Se realizó un lavado gástrico y se administró carbón activado a los pacientes que ingirieron los compuestos. Se administró sulfato de atropina por vía intravenosa en dosis repetidas o en infusión continua a los pacientes con síndrome colinérgico. Se administró pralidoxima a los pacientes con intoxicación reconocida por organofosforados, cuando estaba disponible.

La recogida de datos incluyó la edad, el sexo, las circunstancias de la intoxicación, la identificación del insecticida, la hora de ingreso en el hospital, los signos y síntomas de la intoxicación, el tratamiento y la tasa de mortalidad.

RESULTADOS

En el presente estudio, se identificaron 171 casos de intoxicación por organofosforados. En 9 casos se identificaron asociaciones de organofosforados (Tabla II). En cuanto a los plaguicidas carbamatos, se identificó la sustancia específica en 167 casos de intoxicación (Tabla III). En 191 casos, la identidad de los plaguicidas anticolinesterásicos no pudo llevarse a cabo con éxito.

No hubo correlación entre un plaguicida específico y la gravedad de la intoxicación. Los plaguicidas se distribuyeron uniformemente entre las clasificaciones de gravedad. La única variable que se correlacionó con la gravedad fue el hecho de que la intoxicación fuera deliberada (más grave) o accidental (menos grave). No hubo ningún cambio significativo en la frecuencia de los casos de intoxicación a lo largo del periodo de doce años, ni ninguna variación estacional.

Los intentos de suicidio representaron el 48,6% del total de intoxicaciones. Había 145 hombres y 112 mujeres en el grupo; con edades comprendidas entre los 15 y los 84 años (media de 31). Más de la mitad de los intentos de suicidio (65,0%) pertenecían al grupo de 15 a 39 años. Se observó que casi todos los pacientes que intentaron suicidarse ingirieron el insecticida, a excepción de uno que se inyectó el organofosforado por una vía parenteral desconocida.

Ciento cuarenta pacientes intoxicados por exposición laboral eran todos adultos jóvenes y nueve de ellos fueron ingresados en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI), con una estancia media en el hospital de ocho días (rango 1-16 días). En general, los trabajadores intoxicados no utilizaban equipos de protección personal durante su actividad laboral.

El grupo de exposición accidental estaba formado por 78 niños y 46 adultos. La edad de los niños oscilaba entre 1 y 14 años, y la mayoría (62,8%) tenía dos años. La exposición fue predominantemente por ingestión (51,6%). Los adultos se intoxicaron por inhalación (95,7%) y por exposición percutánea (4,3%), y en todos los casos las víctimas desarrollaron signos clínicos. Del grupo de intento de suicidio, el 40,9% requirió ingreso en la UCI, frente al 6,4% de los grupos ocupacionales y el 16,1% de los accidentales. El resumen de estos hallazgos se presenta en la Tabla IV.

Cuatro casos no mostrados en la Tabla IV presentaron otras circunstancias de intoxicación: dos pacientes fueron víctimas de homicidio o tentativa y otros dos utilizaron indebidamente el insecticida como veneno para piojos. En otros cuatro casos se ignoraron las circunstancias de la intoxicación.

Con la progresión gradual de la intoxicación por anticolinesterasa, murieron 20 pacientes (14 varones y seis mujeres): 16 por suicidio efectivo, dos pacientes por exposición laboral, un paciente en caso de envenenamiento accidental y una víctima de envenenamiento por homicidio (no mostrado en la Tabla IV). En estos casos mortales, la exposición fue principalmente por ingestión, excepto en los dos casos ocupacionales, en los que los individuos se intoxicaron por inhalación y exposición percutánea. En nueve casos, el monocrotofós fue el agente implicado en las intoxicaciones mortales; el metil-paratión y el propoxur se identificaron en uno y dos casos respectivamente. En ocho casos no se descubrió el agente etiológico. En todos ellos se había administrado atropina y en los casos en los que se había identificado previamente una intoxicación por organofosforados (diez casos) se administró pralidoxima. Estos pacientes respondieron a una tasa de mortalidad del 3,8% en el conjunto de los casos de intoxicación.

En el grupo de pacientes con intento de suicidio, los vómitos fueron el signo más frecuente (40,5%), seguido de las náuseas (23,0%), la miosis (21,1%) y la salivación (19,3%). Las fasciculaciones estaban presentes en el 10,7% y la bradicardia sólo en el 3,8% de los pacientes. Los signos y síntomas de intoxicación por anticolinesterasa fueron menos frecuentes en los grupos accidental y laboral. Los signos y síntomas generales observados para cada grupo de pacientes se muestran en la Tabla V.

Se administró atropina a todos los pacientes que presentaron síntomas muscarínicos (aumento de las secreciones, vómitos, náuseas, miosis, dolor abdominal, diarrea, micción, bradicardia) (Ecobichon, 2001). Se administró en infusión continua o en dosis intermitentes según las características de una atropinización adecuada, como sequedad de boca, sequedad de lengua y dilatación de las pupilas. La duración del tratamiento con atropina osciló entre 1 y 10 días. La pralidoxima se administró, cuando estaba disponible, sólo en pacientes cuya intoxicación por organofosforados era conocida por sus antecedentes, una vez que su uso está contraindicado en casos de intoxicación por carbamatos. Se administró al 19% del grupo de intento de suicidio, al 14% del grupo de exposición accidental y al 9% del grupo ocupacional. Se inició en el Servicio de Urgencias (SU) en el 30% de los casos, en forma de bolo de 1-2 g. Noventa y un pacientes en urgencias y cincuenta y uno en la UCI recibieron infusiones de pralidoxima. La duración del tratamiento osciló entre 1 y 40 días (media de 3 días). El diazepam se utilizó en el manejo de las convulsiones y en el apoyo a los cuidados ventilatorios. También se utilizó de forma profiláctica en casos de intoxicación potencialmente mortal.

Independientemente del tratamiento sintomático, el lavado gástrico y la administración de carbón activado fueron necesarios en el 39% y el 28% de los pacientes, respectivamente. Estos procedimientos se realizaron en casos de supuesta ingestión deliberada de plaguicidas. El manejo de la intoxicación por anticolinesterasa se resume en la Tabla VI (adaptada de Bardin et al. (1994) y Karalliedde (1999)).

DISCUSIÓN

La ocurrencia de casos de intoxicación está ciertamente asociada al alto uso de insecticidas en el cultivo de granos como la soja, el maíz y el café en la región del noroeste de Paraná. Los insecticidas anticolinesterásicos más observados fueron el monocrotofós y el metil-paratión (en el grupo de los organofosforados) y el propoxur y el aldicarb (en el grupo de los carbamatos). Casualmente, a excepción del propoxur, los otros tres compuestos son los insecticidas más tóxicos encontrados en este estudio, teniendo en cuenta su DL50 para ratas, vía oral (monocrotofos: 18 mg/kg; metil-paratión: 14 mg/kg; aldicarb: 0,5 mg/kg) (Schvartsman et al., 1997).

Los intentos de suicidio fueron la causa de la intoxicación por plaguicidas en el 48,6% de los casos estudiados, en comparación con el 64-67,4% en otros países en desarrollo (Agarwal, 1993; Saadeh et al., 1996) y el 2036% en los países desarrollados (Emerson et al., 1999; Weissmann-Brenner et al., 2002). En nuestro estudio, los hombres menores de 40 años eran propensos a suicidarse con los insecticidas organofosforados y carbamatos con consecuencias más graves. La mayoría del grupo de intentos de suicidio requirió una prolongada permanencia en la UCI. La alta incidencia de intentos de suicidio y la elevada morbilidad y mortalidad relacionadas con estos casos sugieren que las estrategias preventivas para reducir el suicidio deben dirigirse a estos productos químicos, con el objetivo de reducir el acceso indiscriminado a estos potentes agentes tóxicos. De hecho, la mayoría de las muertes relacionadas con la exposición a plaguicidas que se registran en las encuestas hospitalarias son el resultado del autoenvenenamiento. Los estudios han demostrado que los plaguicidas son el método más importante de autoenvenenamiento en muchas regiones rurales y están asociados a una alta tasa de mortalidad (Eddleston, 2000).

La tasa de mortalidad encontrada en nuestro estudio (3,8%) es similar a la encontrada en los países desarrollados (Weissmann-Brenner et al., 2002; Roberts et al., 2005). La exposición laboral fue la segunda causa de intoxicación, seguida de la exposición accidental. A pesar de que un paciente falleció tras una intoxicación accidental, este tipo de exposición parece causar una intoxicación menos grave, lo que se refleja en la tasa de ingreso en la UCI mucho más baja, la baja tasa de complicaciones y la baja incidencia de signos y síntomas graves.

Como era de esperar, la exposición por ingestión deliberada de los plaguicidas produjo signos y síntomas mucho más típicos de un síndrome colinérgico que los de la exposición ocupacional o accidental. Los vómitos, las náuseas, la salivación y la miosis son indicadores valiosos para el diagnóstico de la intoxicación por organofosforados y carbamatos. Estos signos se observaron en la mayoría de los pacientes intoxicados, y su frecuencia depende probablemente de la intensidad de la exposición.

En los pacientes intoxicados en los que se conocía la ingesta deliberada de plaguicidas anticolinesterásicos, se realizó un lavado gástrico seguido de la administración de carbón activado. Debe fomentarse el uso del carbón activado en pacientes conscientes y sin vómitos que han ingerido una cantidad sustancial de un veneno en un plazo de 1 a 2 horas. Sin embargo, los usuarios deben ser conscientes de las complicaciones potenciales de su uso, incluyendo la neumonitis por aspiración y la formación de bezoares de carbón (Jones, 1998).

Las complicaciones graves fueron más frecuentes en el grupo de pacientes que intentaron suicidarse. La alta incidencia de insuficiencia respiratoria y neumonía por aspiración refuerza los principios básicos de la medicina de urgencias de que el control de la vía aérea es la primera prioridad en el manejo. La salivación excesiva y la broncorrea, combinadas con la parálisis de los músculos de las vías respiratorias, pueden haber contribuido a la incidencia de problemas pulmonares observados en este estudio.

Las convulsiones no se observaron comúnmente en este estudio. Las benzodiacepinas son los fármacos de elección para tratar las convulsiones. Sin embargo, aún no está claro si deben administrarse de forma profiláctica en casos de sobredosis que pongan en peligro la vida. A pesar de los riesgos teóricos de insuficiencia respiratoria y aspiración en pacientes que ya corren riesgo con estas complicaciones, se ha demostrado que el diazepam previene las convulsiones y mejora la morbilidad (Karalliedde, 1999). De hecho, la baja incidencia de convulsiones en nuestra serie apoya el uso profiláctico de las benzodiacepinas en casos de intoxicaciones por anticolinesterasa.

CONCLUSIONES

Los pacientes que intentaron suicidarse con organofosforados y carbamatos tienen una larga permanencia hospitalaria y graves complicaciones de salud. Las exposiciones accidentales y ocupacionales son mucho menos propensas a causar una toxicidad que ponga en peligro la vida. En particular, la exposición accidental en los niños tiende a ser leve, lo que refleja que la exposición suele ser pequeña y los retrasos en el reconocimiento del accidente son mínimos. Los hombres con edades comprendidas entre los 15 y los 39 años parecen ser los más propensos a intentar suicidarse con estas sustancias químicas, lo que probablemente refleja su fácil acceso a ellas. La baja tasa de mortalidad observada en este estudio (3,8%), similar a la encontrada en los países desarrollados, es una indicación de que el manejo de los pacientes intoxicados con plaguicidas anticolinesterásicos ha sido apropiado. Además, con la identificación de los principales agentes etiológicos involucrados en los casos de intoxicación y sus circunstancias, será posible que se tomen acciones de prevención y control de los plaguicidas anticolinesterásicos para reducir el número de intoxicaciones en el estado de Paraná, Brasil.

AGRADECIMIENTOS

Agradecemos al personal del Centro de Control de Intoxicaciones – Hospital Universitário Regional de Maringá/Universidade Estadual de Maringá (Brasil) por permitir la recolección de los datos de las intoxicaciones y por su excelente ayuda para desarrollar este trabajo.

KARALLIEDDE, L. Organophosphorus poisoning and anaesthesia. Anestesia, v.54, n.11, p.1073-1088, 1999.

MEISTER, R.T. Farm chemicals handbook ’99. Willoughby: Meister Publishing Company, 1999, p.12-43,

MIDIO A.F.; SILVA, E.S. Insecticidas-acaricidas organofosforados y carbamatos. São Paulo: Roca, 1995, p.64-70.

POLASTRO, D. Estudio de los casos de intoxicación causados por el uso de plaguicidas en el Estado de Paraná, durante el período de 1993 a 2000. Piracicaba, 2005 116p. .

WOOD, M. Servicio agroquímico: el mercado mundial en 2000. En: REVISIÓN ANUAL DE LA ASOCIACIÓN DE PROTECCIÓN DE CULTIVOS. Peterborough: Asociación de Protección de Cultivos, 2001.

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