Injerto

El proceso en el que las células madre se establecen en la médula ósea de su hijo y comienzan a producir nuevas células sanguíneas se denomina injerto. Suele ocurrir durante las primeras dos a cuatro semanas después del trasplante. Tan pronto como una semana después del TMO, se comprobará el recuento de glóbulos blancos de su hijo. La presencia de glóbulos blancos es uno de los primeros signos de crecimiento de las células madre. Se puede realizar una biopsia de médula ósea para comprobar el injerto en la tercera o cuarta semana después del trasplante. Los recuentos de glóbulos blancos de su hijo variarán mucho a medida que el nuevo injerto de células madre se establezca. La recuperación de las plaquetas y los glóbulos rojos suele ser un poco más lenta, por lo que su hijo seguirá recibiendo transfusiones hasta que pueda producir suficientes células por sí mismo.

Fallo del injerto

Una complicación rara pero grave del TMO es el fallo del injerto. Esto ocurre cuando las nuevas células madre no crecen o el propio sistema inmunitario de su hijo rechaza las células. Las células viejas de su hijo pueden volver a crecer en su lugar. El fracaso del injerto es más frecuente tras un TMO alogénico que un TMO autólogo. Los injertos de donante no emparentado o de sangre de cordón umbilical pueden provocar el fracaso del injerto con más frecuencia que el TMO de donante emparentado. En raras ocasiones, tras un trasplante autólogo, las células del propio paciente pueden no recuperarse completamente. Algunos pacientes pueden necesitar transfusiones de glóbulos rojos o plaquetas durante algunas semanas o meses. Si no crecen células, se trata de una situación que pone en peligro la vida, porque el cuerpo del niño no produce células sanguíneas para combatir la infección. A veces se pueden obtener más células madre del donante. El equipo médico hablará con usted sobre las opciones. Más información.

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