Hemicorporectomía
En la hemicorporectomía, o amputación translumbar, se extirpa la pelvis ósea, el contenido pélvico, las extremidades inferiores y los genitales externos tras la desarticulación de la columna lumbar y la transección de la médula espinal. Las neoplasias malignas de los órganos pélvicos, de la piel o de las estructuras musculoesqueléticas, por lo general localmente avanzadas, pueden ser indicaciones para la hemicorporectomía. Debe demostrarse la ausencia de metástasis sistémicas antes de considerar la hemicorporectomía. Las úlceras de decúbito sacro y otras complicaciones de la paraplejia representan las indicaciones benignas más frecuentes. La hemicorporectomía es un procedimiento complejo de varios pasos con importantes implicaciones fisiológicas y psicológicas. Las tasas de morbilidad y mortalidad postoperatorias son elevadas, en parte por la complejidad del procedimiento en sí y en parte por la enfermedad subyacente. La planificación detallada, desde la evaluación preoperatoria hasta la rehabilitación, es la clave del éxito. El procedimiento puede llevarse a cabo en una sola etapa o en múltiples etapas, dependiendo de las circunstancias clínicas. La colaboración multidisciplinar de muchos profesionales sanitarios debe formar parte del proceso de planificación y debe coordinarse cuidadosamente. El tratamiento postoperatorio requiere una atención especial a la reposición de líquidos, el control de la temperatura y los cuidados pulmonares. La rehabilitación tras la hospitalización incluye el diseño y la construcción de una prótesis de cubo. Las cuestiones de manejo a largo plazo incluyen la hipertensión, el aumento de peso, el control de la temperatura, el manejo del estoma y el cuidado de la piel.
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