Gas combustible
El gas combustible es uno de los numerosos combustibles que, en condiciones normales, son gaseosos. Muchos gases combustibles están compuestos por hidrocarburos (como el metano o el propano), hidrógeno, monóxido de carbono o mezclas de ellos. Dichos gases son fuentes de energía calorífica potencial o de energía luminosa que pueden transmitirse y distribuirse fácilmente a través de tuberías desde el punto de origen directamente hasta el lugar de consumo.
El gas combustible se contrapone a los combustibles líquidos y a los combustibles sólidos, aunque algunos gases combustibles se licúan para su almacenamiento o transporte. Aunque su naturaleza gaseosa tiene ventajas, ya que evita la dificultad de transportar el combustible sólido y los peligros de derrame inherentes a los combustibles líquidos, también tiene limitaciones. Es posible que un gas combustible no se detecte y se acumule en determinadas zonas, con el consiguiente riesgo de una explosión de gas. Por esta razón, se añaden odorizantes a la mayoría de los gases combustibles para que puedan ser detectados por un olor distintivo.
El tipo de gas combustible más común en el uso actual es el gas natural.
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