Galope de Gish

Durante un galope de Gish, un polemista se enfrenta a un oponente con una rápida serie de muchos argumentos engañosos, medias verdades y tergiversaciones en un corto espacio de tiempo, lo que hace imposible que el oponente los refute todos dentro del formato de un debate formal. En la práctica, cada punto planteado por el «Gish galloper» lleva mucho más tiempo para refutar o comprobar los hechos que para exponerlo en primer lugar. La técnica hace perder el tiempo al oponente y puede poner en duda la capacidad de debate del oponente ante un público que no esté familiarizado con la técnica, especialmente si no hay una comprobación independiente de los hechos o si el público tiene un conocimiento limitado de los temas.

En general, es más difícil utilizar el galope de Gish en un debate estructurado que en uno de forma libre. Si un debatiente está familiarizado con un oponente que es conocido por utilizar el galope de Gish, la técnica puede ser contrarrestada adelantándose y refutando primero los argumentos comúnmente utilizados por el oponente, antes de que éste tenga la oportunidad de lanzarse al galope de Gish.

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