Francisco Vázquez de Coronado
La expedición se puso en marcha en 1540. Estaba compuesta por 340 españoles y cientos de indios aliados, además de ganado vacuno. Los acompañaba Marcos de Niza.
Además de la expedición que partió por tierra el 26 de febrero desde Compostela, Nayarit, en aquellos días capital de la provincia llamada reino de la Nueva Galicia, el virrey envió paralelamente otra expedición hacia California, formada por navíos que les seguían por mar al mando de Fernando de Alarcón. La expedición partiría el 9 de mayo de 1540 y se adentraría siguiendo la costa de la Nueva España en el interior del golfo de California, para luego seguir hacia el norte hasta Yuma, en el actual Arizona.
A los pocos días de la partida los víveres comienzan a escasear y unos diez caballos fallecieron por portar pesadas cargas y no recibir alimentos para continuar. Tras recorrer 150 kilómetros, en marzo, buscan comida en Chametla entre los indios que allí se encontraban pero los indios se resisten y organizan una trampa en la que el segundo de Coronado, Lope de Samaniego, murió de un flechazo. Tras esto Coronado organiza una represalia contra los indios y capturan a ocho indios, que serán ejecutados. Dos capitanes que se habían adelantado regresan debido a lo escarpado del terreno y al mal tiempo sin haber encontrado la ciudad. Siguieron tomando rumbo al norte por la costa occidental de la Nueva España hasta Culiacán, Sinaloa.
Desde allí una fuerza más pequeña, al mando de Tristán de Luna y Arellano, continuó aún más al norte y tomó los pueblos de los Zuñi en julio de 1540, pueblos que les habían dicho ser las siete ciudades doradas de Cíbola.
En agosto de 1540 Coronado manda grupos de exploración para informarles sobre todo. Al este mandará a su nuevo segundo, García López de Cárdenas, explorará el Oeste, en la zona de los indios hopi y encontrará el Cañón del Colorado. El capitán Hernández de Alvarado va hacia el Este con un cacique indígena con mostacho al que apodaron «Bigotes», que presenta a los españoles a varias tribus a lo largo del río Grande. Hernando quiso seguir explorando más pero Bigotes les dijo que estaba cansado y les proporcionaría un guía. Este nuevo guía usaba un sombrero particular, propio de la tribu pawnee, que a los españoles recordaba a un sombrero árabe, y es por esto que lo apodaron «el turco». Encontraron un poblado llamado Tiguex o Tigüez, cerca de la ciudad de Santa Fe, Nuevo México, a orillas del río Grande y Hernando mandó una misiva a Coronado para instalar allí el campamento y reunirse con ellos en ese paraje, próximo al río Grande (río Bravo para los mexicanos), cosa que hizo. Allí los españoles necesitaron ropa y otras cosas, y las tomaron de los indios, incluso ofreciendo dinero a cambio, pero los indios se negaron y, eso, sumado a otros episodios, provocó un levantamiento de los indios de Tiguex que empezaron a matar a los caballos de los españoles. La expedición fue atacada varias veces por los nativos, pero las fuerzas de Vázquez de Coronado las repelieron con éxito. Ese invierno hubo varios enfrentamientos. Algunos han llamado a estos enfrentamientos Guerra de Tiguex.
«El turco» habló de Quivira, un rico país al noroeste. Coronado decidió ir en busca de Quivira, tomando al «turco» como guía. Atravesó el Llano Estacado, atravesó la pradera de los Grandes Llanos y prosiguió su marcha hacia el norte. Sin embargo, Coronado descubrió que el «turco» lo estaba engañando, o al menos eso creyó y lo hizo ejecutar. Otros guías lo condujeron hacia Quivira, y encontró un pequeño pueblo cerca del actual Lindsborg, Kansas. La desilusión se repitió: los indios Quivira, después conocidos como wichita, no disponían de ninguna riqueza; su poblado era de cabañas con techo de paja y ni siquiera tenían joyas de oro.
En la primavera de 1540 la expedición se internó hasta el cañón de Palo Duro, Texas, en busca de oro, allí dejó Coronado la mayor parte de sus hombres y continuó a caballo con treinta expedicionarios en búsqueda de otro mito, la ciudad de Quivira, supuestamente llena de riquezas.
En 1542 regresó a la Nueva España por la misma ruta que había utilizado. Sólo cien de sus hombres volvieron con él. Aunque la expedición fue un fracaso, continuó como Gobernador de Nueva Galicia hasta 1544. Después se retiró a la Ciudad de México, donde murió en 1554.En el libro Crónicas de Tierra Caliente, de 2014, el cronista guerrerense Alfredo Mundo Fernández dice que de acuerdo a oficios del Archivo General de la Nación, y otros oficios que cita, en 1538 el virrey don Antonio de Mendoza otorga a su protegido Francisco Vázquez de Coronado la encomienda de Cutzamala en la Tierra Caliente del hoy Estado de Guerrero, que desde su creación en 1528 Hernán Cortés la había asignado a Juan de Burgos según el Archivo de Indias. Don Francisco Vázquez de Coronado tuvo la encomienda de Cutzamala desde 1538 a 1554 en que muere, y la deja por herencia a su hija doña Isabel de Luján Vázquez de Coronado que se casa con Bernardino Pacheco de Bocanegra que pasa a ser su nuevo encomendero. Por cierto que esta encomienda la pelea Luis Cortés, hijo de Hernán Cortés, a doña Isabel ante la Audiencia de México en 1556 argumentando que don Francisco Vázquez de Coronado la había adquirido fraudulentamente a Juan de Burgos por 9,500 pesos en oro de minas y costaba mucho más. En diciembre de 1557 se desecha esa petición ante las pruebas que presenta el alguacil de la Audiencia de México Pedro Vázquez, el otorgamiento por parte del virrey Mendoza y dos cédulas reales de la reina, además de un documento firmado por Francisco Vázquez de Coronado donde Juan de Burgos se da por bien pagado.
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