Fracturas de tibia y peroné
Lo que debe saber sobre las fracturas de tibia y peroné
- Las fracturas de tibia son las más comunes de las extremidades inferiores en los niños. Representan entre el 10 y el 15 por ciento de todas las fracturas pediátricas.
- Las fracturas pueden describirse como de baja energía – causadas por torsiones o caídas desde la altura. O de alta energía – causadas por niveles elevados de fuerza, como un accidente de coche o una caída desde una distancia larga.
- Para diagnosticar las fracturas de tibia y peroné se utiliza una exploración física y radiografías.
- El tratamiento de las fracturas de tibia y peroné va desde el enyesado hasta la cirugía, dependiendo del tipo y la gravedad de la lesión.
¿Qué son las fracturas de tibia y peroné?
La tibia y el peroné son los dos huesos largos situados en la parte inferior de la pierna. La tibia es un hueso más grande en el interior, y el peroné es un hueso más pequeño en el exterior. La tibia es mucho más gruesa que el peroné. Es el hueso que más peso soporta de los dos. El peroné sostiene a la tibia y ayuda a estabilizar el tobillo y los músculos de la parte inferior de la pierna.
Las fracturas de tibia y peroné se caracterizan por ser de baja energía o de alta energía. Las fracturas de baja energía, no desplazadas (alineadas), a veces denominadas fracturas de niño, se producen por caídas menores y lesiones por torsión. Las fracturas de alta energía, como las causadas por accidentes automovilísticos graves o caídas importantes, son más comunes en los niños mayores.
Diagnóstico de las fracturas de tibia y peroné
Las fracturas de tibia y peroné suelen diagnosticarse mediante la exploración física y las radiografías de las extremidades inferiores.
Tipos comunes de fracturas de tibia y peroné
Hay varias formas de clasificar las fracturas de tibia y peroné. A continuación se presentan algunas de las fracturas de tibia y peroné más comunes que se producen en los niños. A veces también pueden implicar la fractura del cartílago de crecimiento (physis) situado en cada extremo de la tibia.
Fracturas de tibia proximal
Estas fracturas se producen en el extremo de la rodilla de la tibia y también se denominan fracturas de la meseta tibial. Dependiendo de la ubicación exacta, una fractura de tibia proximal puede afectar a la estabilidad de la rodilla, así como al cartílago de crecimiento. Las fracturas comunes de la tibia proximal incluyen:
- Fractura epifisaria de la tibia proximal: Este tipo de fractura afecta a la parte superior del hueso (epífisis) y al cartílago de crecimiento. La separación del cartílago de crecimiento del hueso suele estar causada por una fuerza directa sobre la rodilla. Es importante que este tipo de fractura se corrija adecuadamente. Puede afectar al crecimiento futuro y causar deformidades si no se trata correctamente. El tratamiento suele consistir en fijar el hueso sin cirugía, que en algunos casos puede ir acompañada de la inserción quirúrgica de clavos o tornillos especiales para asegurar la tibia mientras se cura.
- Fractura metafisaria de la tibia proximal (fractura de Cozen): Esta fractura afecta al «cuello» del hueso (metáfisis), donde la tibia comienza a estrecharse. Es más frecuente en niños de entre dos y ocho años. Esta lesión puede producirse cuando se aplica una fuerza en el lateral de la rodilla mientras la pierna está extendida. Normalmente se trata fijando el hueso sin cirugía y utilizando una escayola para reducir el movimiento. La escayola suele llevarse durante unas seis semanas. La deformidad en valgo (rodilla golpeada) es una de las principales complicaciones potenciales tras esta fractura.
Fracturas del eje de la tibia
Este tipo de fractura tiene lugar en la parte media, o eje (diáfisis), de la tibia. Existen tres tipos de fracturas del eje de la tibia:
- Sin desplazamiento: Fractura en la que los huesos rotos permanecen alineados. Este tipo de fractura suele verse en niños menores de cuatro años. Puede ser causada por un evento ligeramente traumático o una lesión por torsión. A menudo, el primer síntoma es la cojera. La exploración suele revelar sensibilidad o hinchazón en la parte inferior de la tibia. El tratamiento suele consistir en la inmovilización en una escayola de pierna corta o larga. La duración es de tres a cuatro semanas para los niños pequeños y de seis a diez semanas para los niños mayores.
- Desplazada, no conminuta: Fractura en la que los huesos se rompen en no más de dos trozos (no conminuta) pero no están alineados. Se trata de una fractura aislada de la tibia con un peroné intacto. Es la fractura más común del eje tibial. Está causada por una fuerza de rotación o torsión, como una lesión deportiva o una caída. El tratamiento incluye la fijación del hueso sin cirugía y una escayola de pierna larga con la rodilla flexionada. Las fracturas desplazadas inestables pueden requerir cirugía.
- Desplazada, conminuta: Fractura en la que los huesos se rompen en varios fragmentos y no están alineados. Esta fractura puede ser causada por un traumatismo de alta energía, como un accidente de coche o un golpe con un vehículo. El tratamiento incluye la fijación del hueso sin cirugía y el uso de una escayola de pierna larga durante cuatro a ocho semanas. En algunos pacientes también puede ser necesaria una escayola para soportar el peso de la pierna corta. Las fracturas inestables pueden necesitar cirugía para mantener la alineación.
Fracturas tibiales distales
Estas fracturas se producen en el extremo del tobillo de la tibia. También se denominan fracturas del plafón tibial. Uno de los tipos más comunes en los niños es la fractura metafisaria tibial distal. Se trata de una fractura en la metáfisis, la parte de la tibia que se encuentra antes de alcanzar su punto más ancho.
Estas fracturas suelen ser roturas transversales (a lo ancho) u oblicuas (inclinadas) en el hueso. Las fracturas metafisarias de la tibia distal suelen curarse bien después de fijarlas sin cirugía y aplicar un yeso. Sin embargo, existe el riesgo de que el cartílago de crecimiento se cierre total o parcialmente de forma prematura. Esto puede provocar una detención del crecimiento en forma de discrepancia en la longitud de las piernas u otra deformidad.
Opciones de tratamiento para las fracturas de tibia y peroné
Las fracturas de tibia y peroné pueden tratarse con procedimientos estándar de tratamiento de fracturas óseas. El tratamiento depende de la gravedad de la lesión y de la edad del niño. Puede incluir algunos de los siguientes enfoques, utilizados solos o en combinación:
- Reducción cerrada e inmovilización: Colocación del hueso en su sitio sin cirugía, e inmovilización en una escayola de pierna larga o corta
- Reducción abierta: Exponer el hueso quirúrgicamente para volver a colocarlo en su sitio; suele realizarse en fracturas abiertas en las que el hueso ha perforado la piel. Este procedimiento suele ir acompañado de una fijación interna o externa.
- Fijación interna: Conexión de los huesos rotos con tornillos, placas, varillas y clavos que permanecerán bajo la piel.
- Fijación externa: Utilizando clavos, abrazaderas y varillas para estabilizar la fractura desde el exterior.
- Fijación percutánea: Inserción de alambres a través de la fractura para mantener las piezas en su lugar hasta que sanen. Los alambres se retiran una vez que la fractura se ha curado.
- Medicamentos: Cuando la fractura ha roto la piel, tratamiento con antibióticos para prevenir la infección y analgésicos para controlar el dolor. También puede ser necesaria una vacuna antitetánica.
Tratamiento de las fracturas abiertas de la tibia
Una fractura abierta se produce cuando el hueso o partes del mismo se rompen a través de la piel. Este tipo de fractura suele ser el resultado de un traumatismo de alta energía o de heridas penetrantes. Las fracturas abiertas de la tibia son comunes entre los niños y los adultos.
El tratamiento de una fractura abierta de tibia comienza con antibióticos y una vacuna antitetánica para hacer frente al riesgo de infección. A continuación, se limpia la lesión para eliminar los restos y los fragmentos de hueso. También puede ser necesaria una intervención quirúrgica en función del tamaño de la herida, la cantidad de tejido dañado y cualquier problema vascular (de circulación). La reducción abierta y la fijación interna es la cirugía que puede utilizarse para reposicionar y conectar físicamente los huesos en una fractura abierta.
Las heridas pueden tratarse con un cierre asistido por vacío. Este procedimiento consiste en colocar un trozo de espuma en la herida y utilizar un dispositivo para aplicar presión negativa para juntar los bordes de una herida. En su lugar, pueden utilizarse limpiezas repetidas antes de cerrar la herida. O se puede utilizar un fijador externo para reparar quirúrgicamente la herida.
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