Formamida
La formamida, la amida de ácido carboxílico más simple, es un líquido viscoso, inodoro e incoloro con un punto de fusión de 2 ºC y un punto de ebullición de 210 ºC. Sin embargo, cuando se calienta a 180 ºC a presión atmosférica, comienza a descomponerse en dióxido de carbono y amoníaco.
En 1920, K H. Meyer y L. Orthmer descubrieron que la formamida puede producirse calentando CO2 y NH3 a presión, la reacción inversa a la de descomposición. Hoy en día, todavía se fabrica algo de formamida de esta manera, pero el proceso más común utiliza la reacción del formiato de metilo con NH3. El metanol subproducto se trata con monóxido de carbono para producir más formiato de metilo.
La formamida se utiliza como materia prima en la fabricación de ésteres de formiato, como disolvente ionizante, como estabilizador de ARN en la electroforesis en gel y en la conservación de tejidos. Y lo que es más intrigante, puede ser un compuesto clave en el origen de la vida en la Tierra.
En 2014, el químico S. Civiš y sus colaboradores del Instituto Centroeuropeo de Tecnología (Brno, República Checa) simularon colisiones de asteroides y meteoritos bombardeando formamida y arcilla con un potente láser. Produjeron (entre otros muchos compuestos) guanina, adenina, citosina y uracilo, las cuatro bases nitrogenadas que componen el ADN. La formamida se encuentra en grandes cantidades en todo el universo observable, lo que da credibilidad a la idea de que la vida en la Tierra podría haberse originado fuera del planeta.
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