Estrategias de control de endoparásitos: implicaciones para la biodiversidad de la fauna autóctona
Los esfuerzos por controlar el espectro de enfermedades que afectan a los seres humanos, a nuestros cultivos y a nuestros animales plantean problemas que deben ser debatidos abiertamente. El uso generalizado de productos químicos en un ámbito tan amplio plantea importantes preocupaciones no sólo sobre la seguridad para los usuarios, los consumidores y las especies objetivo, sino especialmente sobre los efectos no tan evidentes en los ecosistemas en los que se utilizan. Un nivel indeterminado de diversidad biológica es necesario para mantener la función y la resistencia ecológicas. Éstas, a su vez, son necesarias para generar los recursos biológicos (árboles, peces, fauna, cultivos) y los servicios ecológicos (protección de las cuencas hidrográficas, limpieza del aire, estabilización del clima, control de la erosión) de los que dependen la actividad económica y el bienestar humano. Las fuerzas que impulsan el declive de la biodiversidad provienen en su totalidad de las actividades humanas. Las causas subyacentes son las derivadas de los factores culturales y sociales asociados a las actividades económicas y conducen al agotamiento directo de las especies y a la degradación o destrucción de los hábitats. El amplio espectro y la alta eficacia de las lactonas macrocíclicas contra los parásitos nematodos y artrópodos del ganado y los animales de compañía no tienen precedentes. El ganado vacuno, los caballos, las ovejas, los cerdos, los perros… en mayor o menor medida, todos son utilizados por el ser humano con fines económicos. Se considera aceptable el impacto perjudicial sobre los animales no objetivo en la erradicación de parásitos debido a su importancia económica para la producción ganadera comercial. La producción aumentará cuando se eliminen estos parásitos, pero seguimos siendo ajenos a las consecuencias a largo plazo de nuestras acciones. ¿Cuáles son los límites ecológicos de las actividades económicas rurales? La descomposición de las heces de los animales ayuda a mantener nuestro ecosistema devolviendo valiosos nutrientes al suelo. La fauna fecal -hongos, levaduras, bacterias, nematodos, insectos y lombrices- desempeña un papel poco visible pero importante y variado en este proceso de descomposición, un papel que depende de muchos factores, sobre todo ambientales. Los antihelmínticos y los pesticidas tienen un valor considerable en la agricultura, pero en gran medida con un coste no evaluado para el medio ambiente en general. No conocemos suficientemente la medida en que una serie de antihelmínticos y plaguicidas afectan a la función ecológica y a la resistencia de los ecosistemas en nuestros sistemas comerciales de producción vegetal y animal. Es hora de que desarrollemos un interés genuino en evitar «el diálogo del trato» que en el pasado ha minimizado la investigación interdisciplinaria entre la ecología ambiental y la producción comercial de plantas y animales.
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