Cloroma

El cloroma es una manifestación de la leucemia mielógena en la que los tumores leucémicos se colorean de verde. La descripción original de King (10) en 1853 llevó a creer que el cloroma representaba una entidad de enfermedad separada. Sin embargo, en 1937, Kandel (9) revisó 58 casos reportados en la literatura y encontró que el cloroma sin excepción se había asociado con la leucemia mielógena. El color verde se atribuye a los productos de descomposición reducidos de la hemoglobina (8). En 1966 Filip y Bednář (3) mostraron en una serie de 24 pacientes una marcada eritrofagocitosis por parte de las células tumorales.

El cloroma se presenta principalmente en niños, con predilección por los huesos largos, el calvario y los tejidos periorbitales. Las descripciones roentgenográficas son escasas, pero la elevación del periostio era prominente en los pacientes reportados (1, 12). En la descripción roentgenográfica original, Gould y LeWald (5) observaron un hueso nuevo subyacente en ángulo recto con el eje. No hay informes que incluyan reproducciones roentgenográficas de cloromas costales, aunque se han descrito lesiones costales aisladas (11).

El informe de este caso está motivado por un aspecto roentgenográfico inusual que se asemeja al rosario raquítico, con afectación simétrica de las costillas en sentido anterior por múltiples cloromas.

Informe de un caso

Una niña caucásica de 10 meses de edad fue ingresada con el diagnóstico de leucemia mielógena aguda.

La niña fue normal al nacer y se encontraba bien hasta la edad de ocho meses, cuando apareció una palidez leve. Tres semanas antes del ingreso se puso anoréxica y febril con respiraciones rápidas. El recuento de glóbulos blancos era de 288.000 y había muchas formas blásticas mielocíticas. La hemoglobina era de 6,4 g por 100 ml. El examen de la médula ósea mostró una infiltración difusa de células promielocíticas agudas. El tratamiento con 6-mercaptopurina había sido instituido en otro hospital. La paciente no mejoró, y fue trasladada al Centro Médico de la Universidad de California en San Francisco para una terapia adicional.

No había antecedentes familiares de enfermedad hematológica. Una abuela materna había muerto de carcinoma de útero.

El examen reveló una lactante agudamente enferma con graves problemas respiratorios. Las conjuntivas estaban pálidas y los ojos estaban moderadamente proptoticos. Se palpaban los ganglios linfáticos cervicales anteriores y posteriores. En el tórax se observaban retracciones intercostales y ronquidos ocasionales; no se podían palpar masas costales. El hígado y el bazo estaban moderadamente agrandados. La piel contenía numerosas equimosis.

Datos de laboratorio: El recuento de glóbulos blancos era de 145.000; plaquetas, 1.000, hematocrito, 21 mm. La aspiración de la médula ósea cinco días después del inicio de la terapia reveló una pronunciada hipocelularidad con células blásticas inmaduras y eritrofagocitosis.

Las radiografías del tórax mostraron una expansión bulbosa bilateral de los extremos anteriores de las costillas segunda a séptima con elevación del periostio (Fig. 1). Había infiltrados dispersos en los pulmones. Se observaban bandas transversales radiolúcidas en las metáfisis humerales proximales.

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