¿Cómo estás HOY?
Cuando tenía unos 14 años, la madre de mi mejor amigo enfermó de cáncer. Su enfermedad sería mortal y, durante los años en que la padeció, recuerdo que me sentía confuso sobre cómo debía interactuar con ella. A pesar de la poca frecuencia de nuestras conversaciones, me parecía educado preguntar «¿cómo estás?» cuando ella me preguntaba lo mismo. Lógicamente, me parecía una pregunta ridícula cuando ya sabía la respuesta: que tenía una enfermedad terminal y que iba empeorando día a día.
Pedí consejo a mis padres. No quería parecer descortés o indiferente por no preguntar. Sin embargo, también me aterraba la idea de recibir una respuesta objetiva que transmitiera la verdad de su situación, por muy improbable que fuera.
Sospecho que su sugerencia tenía su origen en los muchos años durante los cuales mi abuela había luchado contra la misma enfermedad con gran dignidad y espíritu antes de que ésta acabara reclamándola.
Su propuesta – preguntar en su lugar «¿Cómo está usted hoy?»
El simple hecho de limitar la pregunta a hoy, parece suavizar el golpe y disminuir la redundancia de la pregunta. Al fin y al cabo, es posible (según creo) padecer un cáncer o cualquier otra enfermedad crónica o terminal y tener un buen día de vez en cuando…
Un día en el que sientes que las cosas no son tan sombrías. Cuando el dolor no es tan fuerte. Un día en el que tus pensamientos no son tan oscuros o intrusivos y tu mente está menos nublada. Un día en el que el miedo y la frustración no dominan.
Aunque también existe la clara posibilidad de que mi pregunta haya sorprendido a la madre de mi amiga en los días en los que no se sentía bien, no dudo de que un mínimo de estoicismo y la famosa reserva británica la hayan impulsado a responder en positivo de todos modos, ya que era más fácil para ella dar un giro positivo a las cosas en relación con el día de hoy y sólo el día de hoy.
Recientemente he tenido que emplear la misma táctica con otro caso de cáncer, esta vez en mi familia extendida. No hace que las realidades de la situación sean más fáciles de aceptar, y no disminuye el impacto continuo de la enfermedad sobre el pariente en cuestión, ni para aquellos que los amamos y sentimos por ellos.
Lo que me ha demostrado una vez más, es el mérito que a veces puede tener el hecho de centrarse en el día de hoy y no en todo el tiempo venidero.
El mismo principio parece aplicarse también cuando nos enfrentamos a cualquier adversidad en nuestras vidas.
- ¿Cómo te sientes hoy con la vida?
- ¿Qué tienes que esperar y sentirte agradecido hoy?
- ¿Qué puedes hacer hoy para mejorar tu relación y dar amor y afecto a los que te importan?
- ¿Qué oportunidades tienes hoy para mejorar tu negocio o tener éxito en tu trabajo?
- ¿Qué elecciones puedes hacer hoy para beneficiar tu salud?
- ¿Qué gesto amable y positivo puedes hacer hoy para mejorar la vida de otra persona?
Centrarse en el día de hoy puede ser el medio para desbloquear un mayor optimismo sobre el estado de nuestra vida. Como mínimo, ayuda a eliminar la carga que puede suponer considerar un futuro incierto a largo plazo. En su lugar, nos liberamos para ver las oportunidades y bendiciones a corto plazo que existen en el momento actual. Pueden ser los pequeños resquicios de esperanza en un día oscuro o en un futuro sombrío a largo plazo. No obstante, están ahí para ser reconocidas y apreciadas si simplemente podemos verlas considerando el aquí y el ahora, el corto plazo.
Lo peor posible para alguien que está luchando o librando una batalla invisible en algún frente u otro (y seamos sinceros, la mayoría de nosotros lo estamos) es que le hagan una pregunta abierta como «¿Cómo estás?»
Un acto de compasión bienintencionada o de genuina preocupación puede provocar un desvarío que detalle todas las formas en que su vida no es como le gustaría que fuera. Es posible que descarguen todas sus insatisfacciones, que consideran derivadas de toda una vida de esperanzas truncadas, ambiciones frustradas y golpes crueles que han recibido.
Ya sea que nuestros desafíos provengan de una enfermedad que limita la vida, de navegar la ruptura de una relación, afrontar un duelo, luchar por la recuperación de un negocio en quiebra o superar cualquier otra circunstancia compleja y difícil que nos depare la vida, todos tenemos que enfrentarnos y lidiar con las dificultades en algún momento de la vida. Forma parte de la existencia humana; una vida que transcurre a caballo entre el caos y el orden. Cuando reina el caos, resulta atractivo pensar en una vida estable y predecible en la que cada día se desarrolla de forma muy parecida al anterior. El orden imperante puede parecer seguro y cómodo, pero sólo si nos adentramos en el caos podemos crecer, cambiar nuestra situación y hacer avanzar la vida.
Un enfoque a corto plazo puede ayudar a fomentar la objetividad y el pragmatismo. Permite hacer una evaluación más realista de las circunstancias actuales. El panorama general y el futuro a largo plazo pueden parecer sombríos e inciertos, pero al menos hoy no es tan malo y las cosas no parecen tan insuperables si podemos ver algunos pequeños aspectos positivos. Hoy es otra oportunidad para tomar acciones y decisiones que pueden dar forma al futuro que aún no está escrito y es incierto.
Puede que el negocio en quiebra no se revierta en un día, pero mientras haya dinero en el banco y productos que vender a los clientes, la lucha para darle la vuelta puede continuar, hoy mismo.
La relación que se ha tambaleado y decaído durante algún tiempo puede estar más allá del rescate y en camino de la disolución, pero hoy es una oportunidad para lidiar con esa realidad, para aceptar, avanzar y poner los cimientos para una vida nueva y mejor.
Nuestra salud y vitalidad pueden estar disminuyendo, o simplemente podemos estar atascados en un estancamiento, con poca energía y resolución y sin estar seguros de si tenemos la capacidad o el deseo de darle la vuelta. Una enfermedad crónica o mortal puede tenernos atrapados. En cualquier caso, el día de hoy es una oportunidad para reconocer si nos sentimos mejor que ayer, y para tomar decisiones y acciones que nos harán sentir mejor mañana que ahora.
Hay un lugar para adoptar la visión estratégica a largo plazo, y para mirar el panorama general cuando planificamos nuestros objetivos y diseñamos la vida que pretendemos vivir. Tenemos que mirar a largo plazo si queremos construir los cimientos de la vida que anhelamos para nosotros y para los que más queremos y valoramos. Sin embargo, lo que diseñamos y pretendemos conseguir no siempre se materializa y pueden surgir cosas de la nada que obliguen a cambiar nuestros planes. Cuando estas cosas suceden, nos recuerdan la importancia de mirar también al corto plazo.
«Cada mañana nacemos de nuevo. Lo que hacemos hoy es lo que más importa».
Buddha
¿Cómo te va hoy?
Toby
Si te ha gustado este artículo, no dudes en unirte a mi lista de correo electrónico.
Leave a Reply