Cómo acabar con tu dependencia emocional
por: E.B. Johnson
Cuando permitimos que nuestra felicidad dependa demasiado de otra persona, puede tener algunas consecuencias peligrosas para nuestra tranquilidad y bienestar. La dependencia emocional es un verdadero reto y una verdadera dificultad a superar. Hace falta mucho valor para aprovechar las fortalezas que nos ayudan a ir más allá de nuestra necesidad de los demás, pero es necesario para que alcancemos nuestro verdadero potencial.
Tener cierta dependencia emocional en nuestras parejas es normal, pero cuando nuestra felicidad llega a depender de ellas, se convierte en algo desequilibrado y poco saludable. Es vital que nuestras parejas ofrezcan apoyo cuando es necesario, pero cualquier cosa fuera de eso puede ser paralizante.
Aprender a valerse por sí mismo es doloroso, y requiere enfrentarse a algunas verdades incómodas y traumas que quizá prefieras dejar enterrados. Sin embargo, encontrar nuestra presencia y descubrir la fuerza para valernos por nosotros mismos es algo hermoso, y algo necesario para encontrar nuestro camino hacia la verdadera felicidad.
A menudo, confundimos nuestros sentimientos de obsesión o dependencia con sentimientos de amor o atracción. Es fácil perderse en esos sentimientos y, si no se identifican correctamente, perder la autenticidad en el proceso.
La dependencia no es amor y nunca puede serlo.
Esta idea comienza cuando somos niños, cuando no somos amados adecuadamente por las personas que más significan para nosotros, y se perpetúa a lo largo del tiempo cuando saltamos de una pareja sin amor a otra. Cuando nos falta este amor de niños, lo buscamos constantemente de adultos; el anhelo nunca desaparece, sólo se hace más fuerte.
Cómo empiezan a girar las ruedas de la dependencia.
Tener esa falta de amor conduce a sentimientos de baja autoestima. Esta incapacidad para valorarnos y confiar en nosotros mismos crea un ciclo negativo de necesidad que puede alimentar los trastornos que nos hacen buscar constantemente la seguridad en los demás. Es el resultado de un chantaje emocional que nos enseña que, para tener valor, tenemos que cumplir expectativas imposibles e incluso deplorables. Una y otra vez, nos ponemos en un papel sumiso, con la esperanza de reducir los años de daño que se han hecho.
Sin embargo, no es posible ser curado por otra persona. Tienes que curar a ese niño roto que vive dentro de ti por ti mismo.
Eso empieza con reconocer cuando tienes un problema de dependencia emocional y termina con tomar los pasos que necesitas para corregir esta dependencia y aumentar tu confianza.
Reconocer el problema.
Las personas emocionalmente dependientes no sólo son inseguras, sino que tienen una necesidad obsesiva de estar cerca y apegadas a otras personas. Este tipo de inseguridad extrema también conduce a la inseguridad sobre el futuro y a un miedo obsesivo a perder el amor.
Las personas dependientes tienen un miedo casi insano a no ser lo suficientemente buenas, que proviene de sus arraigados traumas y decepciones infantiles. También tienen un sentimiento constante de ansiedad que les dificulta aceptar los sufrimientos psicológicos y físicos que acompañan al amor y a la pérdida.
En el entorno adecuado, una persona dependiente puede ser dadivosa, cariñosa y compasiva hasta el extremo, pero desencadena el miedo y se convierte en una persona totalmente diferente.
Vivir en este estado constante de cambio y miedo es destructivo para lo que somos en el fondo, pero reconocerlo requiere paciencia. El secreto para construir relaciones duraderas no es evitar las heridas del pasado, sino desarrollar las mejores partes de nosotros mismos para el futuro, pero llegar a reconocerlo es difícil.
Los peligros de la dependencia emocional.
Para los que tenemos padres y abuelos de la época pasada y del Baby Boomer, conocemos de primera mano los peligros de la dependencia emocional.
Nuestras madres y abuelas procedían de una época en la que la dependencia era el único medio de supervivencia para las mujeres. Fueron entrenadas para basar toda su felicidad en el éxito y la felicidad de las personas que las rodeaban, en lugar de en ellas mismas, y esto les llevó a toda una serie de problemas más adelante, cuando se dieron cuenta de que sus vidas tenían valor.
La dependencia emocional es peligrosa y más aún cuando no la reconocemos a tiempo para prevenir sus nefastos patrones. Depender de otros para nuestra felicidad es construir un castillo sobre arenas movedizas. Te estás preparando para el fracaso y te estás preparando para el peligro.
Una pérdida de autoestima.
Aunque la dependencia emocional proviene de una falta de autoestima, también es un destructor de la autoestima por sí misma, socavando nuestra confianza sutilmente y con el tiempo.
Cuando nos volvemos demasiado dependientes emocionalmente de nuestro cónyuge o pareja, corremos el riesgo de perder a la persona que amamos al perdernos a nosotros mismos. Nuestras inseguridades se compactan y se agravan, carcomiendo nuestra confianza y nuestras relaciones a medida que perdemos el contacto con la persona que éramos cuando empezó la relación.
Aislamiento y pérdida de habilidades sociales.
Encontrarnos en esas relaciones tóxicas que lo consumen todo puede hacer que nos aislemos y perdamos el contacto con nuestros amigos. Cuando cortamos nuestra conexión con el mundo exterior, perdemos rápidamente las habilidades sociales que tienen un valor incalculable para nuestra felicidad a largo plazo.
Sentir que estamos atrapados y sin fuerzas nos lleva poco a poco a aislarnos más de las cosas y personas que llenan nuestra vida de alegría. También nos anima a volvernos hacia dentro, avivando nuestra crítica interior y destruyendo con el tiempo nuestra confianza en nosotros mismos.
Abuso físico y psicológico.
Aislarse con parejas de las que dependemos para todo, desde nuestra felicidad hasta nuestro sustento, amplifica los peligros y la posibilidad de abuso físico y psicológico en una relación.
En algún momento, uno de los miembros de la pareja puede malinterpretar la dependencia del otro como un signo de debilidad. Esta situación puede llevar a un desequilibrio de poder y a que uno de los miembros de la pareja asuma el «papel dominante». Cuanto más tiempo se produzca el aislamiento, más siniestro puede llegar a ser este papel dominante, hasta que uno o ambos cónyuges se encuentren en una situación especialmente peligrosa y destructiva.
No es infrecuente encontrar graves abusos en las relaciones en las que la dependencia emocional es elevada. Cuando una persona siente que alguien depende totalmente de ella para ser feliz, le resulta más fácil actuar ejerciendo presión, mintiendo, siendo hostil o incluso despreciando.
Destrucción del bienestar.
La dependencia emocional no es sólo un estado mental. Es un trastorno psicológico verificable que se manifiesta de muchas maneras diferentes y en muchas etapas diferentes de nuestras vidas.
Ser dependiente de otra persona es algo muy profundo, y al ser una parte tan crítica de lo que somos juega un papel importante en lo que respecta a nuestras emociones y bienestar. Las personas dependientes suelen sufrir «estados de ánimo disfóricos» o cambios de humor repentinos que los hacen imprevisibles y difíciles de manejar. También pueden sufrir estados mentales degradados y, a menudo, padecen depresión, estrés, ansiedad y graves sentimientos de culpa, vacío y soledad (a pesar de su situación sentimental).
Cómo acabar con la dependencia emocional.
Desgraciadamente, no hay un libro de reglas rígido cuando se trata de tratar la dependencia emocional. En muchos casos, superar los traumas que manifiestan este trastorno requiere ayuda profesional, pero hay pasos que podemos dar para ayudarnos a superar nuestro momento más débil.
Nota: La dependencia emocional es algo serio. Si crees que puedes estar lidiando con problemas de dependencia, acude a alguien de confianza o a un profesional con experiencia en traumas relevantes.
Si la dependencia emocional es algo con lo que has estado luchando durante mucho tiempo, profundiza en tu comprensión utilizando estas sencillas técnicas para volver a estar en contacto con la persona fuerte y auténtica que eres por dentro.
Practica estar ahí para ti mismo.
Todos queremos conectar con otras personas, pero es nuestra conexión con uno mismo la que tiene los poderes más transformadores. Es importante aprender a cuidar de ti mismo y es importante aprender que puedes depender de ti, pase lo que pase.
Tus necesidades no desaparecerán sólo porque las ignores o sólo porque otra persona las desestime. Eres importante y te mereces que te valoren por lo que eres y por lo que eres, simplemente porque eres un ser humano vivo en este planeta.
Practica estar ahí para ti mismo reconociendo tus necesidades y comprendiendo que está bien darles prioridad sobre los deseos de los demás. Abraza tus pasiones, intereses y curiosidades con los brazos abiertos y no te ocultes a ti mismo ni a tu luz apagándola por el brillo de otra persona.
Podemos aprender a amarnos a nosotros mismos, pero hace falta un compromiso voluntario, como en cualquier otra relación. Claro, puede que no seas capaz de satisfacer todas tus propias necesidades, pero puedes satisfacer la mayoría de ellas. Sólo tienes que remangarte y probar, en lugar de esperar a que otra persona las satisfaga por ti.
Consejos para estar ahí para ti más a menudo: Reconoce tus necesidades y prioriza tu bienestar. Gestiona tus necesidades con regularidad y no tengas miedo de defenderlas. Date un capricho cada semana, pero también haz algo por tu futuro cada semana (como ahorrar). Haz algo de ejercicio físico con regularidad y niégate a regodearte cuando podrías estar haciendo algo productivo.
Deja de ceder tus responsabilidades a ti mismo.
Cuando no estamos seguros de cómo cuidar de nosotros mismos emocionalmente, resulta cómodo pasar la responsabilidad a otra persona, pero esa es una forma definitiva de encontrarte con problemas. Después de todo, nadie puede cuidar de tus emociones más que tú.
Para llegar a ser la versión más fuerte y estable de nosotros mismos, tenemos que ser capaces de desarrollar nuestra autoconfianza. Esta autosuficiencia nos hace más resistentes al estrés que la vida nos depara y hace que podamos sobrevivir cuando nuestros seres queridos nos defraudan.
Regalar nuestras responsabilidades es débil y fomenta más debilidad en nuestras vidas. La autoconfianza es la clave para escapar de nuestros rasgos más necesitados y desagradables, pero es una herramienta difícil de dominar y aún más difícil de mantener. Sé amable contigo mismo y ten el valor de defender las cosas que más necesitas. Nadie va a proporcionar esas cosas más que tú. Cuanto antes te des cuenta de ello, mejor estarás.
Realiza la crianza de tus hijos.
Si eres alguien que viene de un hogar roto o de una familia rota, aprender a realizar la crianza de tus hijos con amor puede ser una herramienta inestimable para cambiar las cosas a mejor.
A menudo es nuestro niño interior roto el responsable de las rupturas de nuestra vida adulta.
Estos seres pobres y rotos habitan dentro de cada uno de nosotros, y tienen una extraña forma de mostrar sus rostros rotos cada vez que nos enfrentamos al estrés o a la adversidad en nuestras vidas. Tratar con nuestros niños interiores puede ser difícil, pero es necesario para cultivar la curación en nuestras vidas.
Aprender a aprovechar este niño interior también te permite reparar con amor a ti mismo, sin embargo, y esa es una habilidad que no tiene precio. El arte de volver a ser padres empieza por sentir y expresar genuinamente las heridas del niño interior herido y termina por resolverlas pacífica y racionalmente a través de la comprensión.
Cuando permitimos que el niño que llevamos dentro sea vulnerable, nos permitimos ser como somos. Resolver ayudar a este niño roto con intención amorosa te permite expresarte honesta y abiertamente. No tengas miedo de hacer saber al pequeño ser que sus sentimientos son aterradores pero inofensivos. Dígale que se le pasarán con el tiempo, pero que tiene que ser lo suficientemente valiente como para dejarlos ir. Puede seguir esto con una declaración de acción, pero haga lo que haga deje entrar el dolor y permítase sentirlo y abrazarlo plenamente.
Desarrolle un proceso con este niño que le permita manejar sus emociones de una manera más sana y estable. Honra tus pensamientos y permite que vengan en el momento tal como son, pero redirige esos viejos miedos y heridas que te mantienen encadenado al pasado.
Cuando estamos pasando por un momento difícil, puede parecer imposible encontrar una forma equilibrada de pensar. Reparando en nosotros mismos podemos encontrar un camino hacia la felicidad y la aceptación. Sólo hace falta persistencia.
Reconoce tu propia crueldad emocional.
Tratarnos con dureza es un mecanismo de afrontamiento, y es uno que hace más daño que bien. Cuando somos demasiado duros con nosotros mismos, empezamos a alejarnos de ese monólogo interior y buscamos el alivio en los demás. Puedes deshacer este patrón de autocrítica encontrando una mejor manera de lidiar contigo mismo y con tus emociones cuando las cosas se ponen difíciles.
Realiza que hay un sufrimiento genuino en tu vida y acepta que (a veces) tú eres la causa de ello. Acepta que hay un camino mejor y reconoce que ser duro contigo mismo no hace más que agravar tus emociones negativas. Reconocer nuestra propia crueldad emocional puede ser algo difícil de hacer, pero echa un segundo vistazo y a menudo verás que eres tu peor enemigo.
Identificar y dejar ir los patrones autodestructivos.
Mucha de nuestra necesidad proviene de las cosas duras que nos sucedieron en nuestra infancia o adolescencia. Al identificar estos sucesos e identificar mejores formas de responder a ellos, podemos deshacer las heridas del pasado y ayudar a detener los patrones autodestructivos que tanto daño hacen a nuestro bienestar mental y físico.
Explorar nuestro pasado es la clave para desbloquear los cuelgues de ahora mismo.
No hay sustituto para un buen terapeuta, pero puedes hacer mucho bien simplemente abriéndote a ti mismo con brutalidad y aceptación. El objetivo es aprender a dejar ir el pasado, en lugar de dejar que te defina. No hay un único camino para ello, pero hay algunas técnicas que pueden ayudar.
La primera es identificar los desencadenantes que te mantienen vinculado negativamente al pasado. Estos son los comportamientos, las personas o los hábitos que hacen aflorar todo lo malo que te hace sentir funky y sin amor. Cuando conoces tus desencadenantes, empiezas a ver las pisadas de las trampas y puedes evitarlas antes de que te encuentres en la catástrofe.
Aprender a identificar los desencadenantes y los patrones antes de que se produzcan también nos permite soltar las ilusiones que están en la base de nuestra dependencia emocional. Cuando empiezas a retirar las cubiertas y a ver las razones de tus reacciones, empiezas a ver el mundo tal y como es y no como quieres que sea. Este es el secreto para encontrarnos a nosotros mismos. Sin embargo, primero tenemos que ponernos en el mismo plano, y eso suele ser lo más difícil.
El desapego como liberación.
La mente humana es una maestra a la hora de convencernos de que necesitamos más de lo que realmente necesitamos. Esto es cierto también cuando se trata de nuestras relaciones, y de ese sentimiento de amor que tantos de nosotros anhelamos tan desesperadamente.
Al llegar a ver el desapego como una forma de liberación, puedes liberarte de la constante necesidad de amar y ser amado. Si bien el deseo es algo que a menudo puede dirigirnos hacia las cosas que nos dan alegría, también puede ser un compañero de cama peligroso, que nos lleva en dirección a cosas que nos destruyen en lugar de construirnos.
El hecho de que tengas un deseo por algo no significa que éste añada valor a tu vida. Cuando ves tu deseo como una parte de ti mismo, no tienes más remedio que actuar. Sin embargo, verlo alejado de ti, como un impulso que es básico para todos los animales – bueno, eso puede tener algunos poderes verdaderamente transformadores por sí mismo.
Es posible dejar ir nuestros deseos cambiando deliberadamente nuestro enfoque lejos de aquellas cosas que nos causan una espiral obsesiva en la «trampa de la necesidad». Si nuestros deseos surgen ante la resistencia, tómate el tiempo necesario para sentarte y tratar con ellos y sus fundamentos.
Desprenderte de tus deseos es una experiencia interesante en la elección; encuentra las líneas entre los deseos que deben ser obedecidos y los que pueden ser descartados. La respuesta podría sorprenderte.
Desarrolla algo de paciencia.
Parte de abrazar tu independencia emocional es mejorar las habilidades y elevar las cosas que realmente puedes hacer por ti mismo.
Desarrollar habilidades lleva tiempo y requiere compromiso y la resolución de no comprometerte nunca. Pero, sobre todo, requiere paciencia, porque, como se dice: «Roma no se construyó en un día»
Cultiva la paciencia en tu vida y trata de tener una mayor paciencia para el viaje de la vida en general. No siempre es un camino de rosas, pero siempre hay un lado de rosas en cualquier circunstancia. Cuanto antes llegues a tener esta paciencia, antes podrás ponerte a desarrollar las habilidades que necesitas para prosperar por ti mismo.
Suelta las expectativas idealistas.
Ser emocionalmente dependiente nos obliga a ver el mundo de una forma muy sesgada. Cuando dependes de otra persona de esta manera, te vuelves más propenso a poner excusas por su mal comportamiento (o peor aún) a poner excusas por el tuyo.
Este idealismo ingenuo es necesario para existir en un mundo donde sólo lo externo puede hacerte feliz. El mayor peligro de este tipo de pensamiento ilusorio es que nos obliga a taparnos los ojos y a alejarnos de la realidad.
Necesitar que alguien sea la persona adecuada para ti te facilita ignorar la evidencia de lo contrario y, a menudo, puede dar lugar a que te mantengas encadenado a las cosas que son contraproducentes para tu crecimiento o peligrosas para el bienestar mental y físico.
Si bien la lealtad es algo hermoso, la ilusión no lo es. Para liberarte de tu dependencia de otras personas tienes que empezar a ver las cosas -y las personas- por lo que son y lo que realmente son, en lugar de lo que tú quieres que sean.
Consejos para soltar los falsos ideales: Deja de confundir la amabilidad con la amistad. No confundas la amistad casual con la lealtad. Deja de hacer favores con la suposición de que esos favores serán devueltos. Deja de confundir la curiosidad romántica con el interés romántico.
Deja de confundir tus necesidades con las responsabilidades de otra persona.
Nadie más en el mundo es responsable de tu felicidad sino tú. Mientras que las actitudes de tu infancia podrían haber dependido de tus padres o tutores, la actitud que tengas a partir de este momento depende de ti.
Uno de los pasos más importantes en nuestro camino en la vida en llegar a aceptar que nuestras necesidades no son responsabilidad de otra persona. Es tentador enfadarse cuando alguien nos vende mal, pero esa no es la solución para llegar a donde tenemos que ir.
Las verdaderas respuestas están en aprender que hay limitaciones en todas las relaciones; amistades y enredos románticos incluidos. Puedes pedir ayuda todo lo que quieras, o depender de alguien para ser feliz, pero al final del día no pueden darte algo que no tienen.
Imaginar que alguien «debería» ayudarte a sentirte mejor contigo mismo es un error de proporciones épicas. Cuanto más tiempo pases viviendo tu vida bajo esta creencia, más miserable serás. Cuanto antes te enfrentes a la realidad y afrontes el hecho de que sólo tú eres responsable de tu felicidad, más alegría encontrarás en los pequeños momentos de tu vida.
Evita dejarte llevar por el deseo.
El deseo es una emoción poderosa y, sepamos o no evitar su atracción, la tentación que ofrece puede ser demasiado fuerte. Nos dejamos llevar por nuestras ideas de cómo debería ser la vida, y cuando no conseguimos las cosas que queremos la decepción nos hiere.
Evita esta herida negándote a dejar que tu deseo se deje llevar.
Observa qué es lo que te hace entrar en ese anhelo y desarrolla las técnicas que necesitas para resistir las tentaciones que no se ajustan a tu auténtico ser. Concéntrese en un sentido saludable de autocontrol desprendiéndose de los deseos insanos y de los actos que no merecen la pena y que le llevan a cometer.
Un efecto secundario común del deseo es la fijación, pero esta obsesión nos hace perder el contacto con los valores que nos hacen ser quienes somos. Detén la fijación antes de que empiece conociendo tus desencadenantes y cómo controlarlos.
Consejos para mantener tu deseo bajo control: No confundas los traumas o el dolor de la infancia con que alguien es «adecuado» para ti. No confundas lo que sientes por alguien con saber quién es en realidad. Deja de confundir la atracción con un «ajuste saludable». Deja de amar una impresión de alguien en lugar de lo que realmente es.
Dejar de lado la necesidad de controlar a los demás.
Aunque a menudo confundimos a las personas emocionalmente dependientes con personas pasivas o sumisas, no siempre es así. Los deponentes emocionales pueden ser tan manipuladores y controladores como los que no lo son. Todo se reduce a soltar esta necesidad de control.
Cuanto menos sientas que eres capaz de hacer por ti mismo, más llegarás a exigir que los demás hagan esas cosas por ti. Esto puede conducir a la manipulación emocional y a una obsesión por el control que es perjudicial no sólo para nosotros mismos, sino también para nuestros seres queridos.
Incluso si tienes una razón noble para querer controlar a otra persona, manipular los sentimientos y las acciones de otra persona está mal. Controlar a otras personas es contraproducente para nuestra felicidad y, de hecho, aleja a nuestras parejas al obligarlas a vernos como las personas rotas que somos, incapaces de controlarnos a nosotros mismos o a la forma en que sentimos las cosas que suceden en nuestra vida.
El comportamiento de los demás es impredecible e incontrolable. Tratar de hacer lo contrario no trae más que más infelicidad a nuestras vidas. Abandona tu necesidad de controlar e influir en los demás ejerciendo en cambio ese control e influencia sobre ti mismo. Si no puedes controlar tus propias emociones y comportamientos, después de todo, ¿cómo diablos vas a controlar a los demás? (Pregunta capciosa: no puedes.)
Poniéndolo todo junto…
Escapar de la muleta de la dependencia emocional no es fácil, pero es necesario para encontrar la fuerza que necesitamos para sobrevivir a esta loca montaña rusa llamada vida.
Es posible aprender a superar nuestra dependencia emocional cuando nos detenemos a echar una mirada dura y honesta a los traumas e historias que conforman lo que somos. Si volvemos a ponernos en contacto con nuestro niño interior y curamos las heridas del pasado, podemos volver a encontrar quiénes somos y dar pasos firmes hacia un futuro del que podamos sentirnos orgullosos.
Dejar de necesitar a los demás es difícil, y es aún más difícil en un mundo que nos dice que necesitamos amor externo para prosperar. Deja caer esa mentira y ten el valor de vivir con valentía en tu verdad. Hay un camino de curación para ti, pero tienes que ser lo suficientemente fuerte para recorrerlo por ti mismo.
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