Alcaldía de Santiago de Cali
El cholado, esa especie de fusión mágica entre colores y sabores, es uno de los productos típicos de Cali, especialmente si el asunto es de calor y sed.
Hielo raspado, melado rojo o amarillo, varios tipos de frutas que van desde las dulces hasta las más cítricas, barquillos de galleta, limón, bola de helado, mermelada de mora o fresa y leche condensada, son los ingredientes que lleva y cuentan los que saben que el producto empezó a llamarse ‘cholado’ a partir de la fusión de dos palabras: ‘cholos’, como homenaje a la población indígena y mestiza; junto a la palabra ‘helado’ o ‘raspado’.
En la historia quedará registrado que aquel producto creado inicialmente para aliviar la resaca llegaría a Cali a finales de los años 80 de la mano de los Bonilla, los Carabalí y otras familias que se trasladaron hasta la ciudad para montar los primeros negocios de cholado que tuvieran el toque caleño: la diversidad de frutas. Y ahora se vende por montones en lugares concurridos como las Canchas Panamericanas, el parque El Ingenio, el parque de Villa Colombia o el centro de la ciudad.
Junto a El Oasis apareció también El Súper, otro de los primeros puestos de venta en Cali. El resto también es historia: rápidamente la tradición se fue fortaleciendo, al punto de que hoy cualquier visitante de la ciudad, nacional o extranjero, encontrará el cholado incluido entre el olimpo de productos que hay que probar cuando se llega a la capital del Valle del Cauca.
«Si hay calor, la gente sale a comer cholado», dice Judy Alarcón, representante de Asocholados, cuando le preguntan sobre la fascinación que despierta este producto. Y es que en Cali el calor no falta, de manera que comer cholado es una cita obligada para los caleños o visitantes durante los doce meses del año. En temporada de vacaciones o durante grandes festivales como el Petronio Álvarez o la Feria de Cali, las ventas siempre son mayores de lo habitual, agrega Judy, quien además es propietaria desde hace varios años de uno de los puestos de venta más reconocidos en las Canchas Panamericanas: El Sabrosito.
Son muchas las familias que se sostienen económicamente gracias al cholado, porque además es un negocio que los reúne a todos: padre, madre, hijos y demás parientes. La lista de negocios que hoy brindan el mejor servicio de choladería (si así puede llamarse) es amplia. El Sabrosito, El Cacique, Popeye, Sabrosón, Los Niches, El Paisa, Caliche, La India, Paraíso, Raspifruti, Cholados de Pacha y Raspados El Mono, son algunos de los puestos de venta que ofrecen la receta mágica de hielo y sabor.
Actualmente hay más de 20 emprendedores organizados sobre la calle novena a la altura de las Canchas Panamericanas. En el parque El Ingenio hay más de 15 puestos de venta, mientras que en el parque de Villa Colombia hay unos cuantos más que ya son reconocidos por la comunidad. En las plazas del centro de Cali, en el Bulevar del Río y en Ciudad Córdoba también es posible encontrarlos fácilmente.
Los Raspados de Ángel, en Villa Colombia, llevan el nombre de su fundador. Don Ángel trabajó inicialmente en las Canchas Panamericanas en uno de los primeros puestos de venta de este producto. En 1996 decidió montar su propio negocio en el parque de Villa Colombia, hacia el oriente de Cali, donde ha consolidado con esfuerzo esa fuente de ingresos. «Ya son más de 20 años vendiendo cholados y eso me ha permitido sacar adelante a mi familia», dice con orgullo.
Como la historia de don Ángel hay muchas en Villa Colombia. Los habitantes del sector dan fe de ello, pues han disfrutado por años de las delicias que se venden en el parque. Muchas veces, incluso, los propios residentes del barrio o de los sectores aledaños, llegan al parque con familiares, amigos o extranjeros para probar un buen cholado.
Mucho más al sur de Cali es posible encontrar más historias alrededor de un producto tan sabroso. Dora Yanet Carpio también fue pionera en esta tradición. Llegó al parque El Ingenio hace más de dos décadas animada por algunas personas que ya habían probado la sazón de sus productos y que le dijeron que en ese lugar su negocio podría tener éxito. Y así fue. Por eso Dora Yanet recuerda perfectamente la fecha en que empezó con su negocio Cholados Eliver: un 7 de agosto de 1997. Año tras año, desde aquellos días, el negocio de esta mujer se fue fortaleciendo y empezaron a llegar más puestos de venta al lugar.
«Los inicios no fueron fáciles, pero la clientela fue aumentando año tras año. Hoy, gracias a Dios, el parque está lleno de negocios de cholados y todos los puestos de venta son muy visitados», dice Dora Yanet sobre la importancia que adquirió el parque El Ingenio para esta tradición en Cali. El Oasis del Ingenio, por ejemplo, eso otro de esos lugares ineludibles para los visitantes del parque.
El cholado, ese producto de colores descordinados y sabores exóticos, ya es parte de la identidad caleña. La tradición echó raíces desde hace mucho tiempo. Y cuando la tradición se convierte en escenario de emprendimiento para tantas familias que viven de este negocio, entonces el raspado de hielo con frutas no es solo un producto ideal para calmar el calor; es también un producto valioso que mueve la economía local a lo largo y ancho de la ciudad.
Por eso aquellos que, desesperados por el sol habitual, transiten por la calle novena a la altura de las Canchas Panamericanas, por el parque El Ingenio o por Villa Colombia, no se resistirán a un cholado bien cargado de raspado de hielo, melado y bastante fruta. Y mientras lo disfrutan, seguramente alguien les contará la historia de la familia Bonilla y de tantas más que se asentaron en estos lugares de Cali para hacer del cholado un manjar que ni los genios más atrevidos de la mixología hubieran podido inventar.
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